NO SEAS COMO TRUMP

No seas como Trump

POR ALEITHYA M.

¡Todos estamos muy tristes! ¿Cómo pudo Trump salirse del Acuerdo de París?, ¿ahora qué va a pasar?, ¿nos vamos a morir? La respuesta es sí. Nos vamos a morir si tú (y cada uno de nosotros) no eres diferente a él (léase con un poco de entonación dramática). Si todo queda en compartir la triste noticia y no cambias tus acciones diarias, pones en riesgo el futuro, igual que lo ha hecho él.

Pretextos hay muchos. Trump nos dijo ya sus “argumentos” favoritos, por ejemplo, el crecimiento económico. “Ser verde no es rentable, se van a perder empleos, las empresas van a cerrar” y será el fin del mundo. ¡Ajá!, ¿te suena? Sí, eso justo va a pasar si hacemos lo que él pide. Sólo cambiar nos garantiza un futuro.

¿Aceptas ponerte metas diarias, semanales o mensuales para reducir un poquito tu impacto negativo en el medio ambiente y no ser como Trump?

No es fácil, te lo digo. Por más que trabajo en estos temas, salir del esquema tradicional es complicado, pero todos podemos ir “…des-pa-cito, pasito a pasito…”, exacto, así como la canción. Aquí te voy a dejar unos breves tips (¡ups, creo que ya soy una señora!), bueno algunas acciones sencillas con las que generarás un gran cambio.

¡No pidas agua embotellada en el Uber!

(Claro, si puedes mejor camina)

El plástico es un problema, así nos digan que es biodegradable, así nos digan que se recicla, nos digan lo que nos digan, es basura y punto. Son residuos sin uso cuando se termina su vida útil. ¿Cuánto tiempo tardas en tomar esa botella de agua?, ¿cinco minutos? Te lo aseguro, el envase durará mucho más. Compra uno que puedas reciclar.

Pide tu bebida en TAZA

Me ha pasado que tengo reuniones en esos cafés famosos donde sin preguntarte nada te sirven en desechables tu bebida. Muchos de nosotros no sabíamos que en lugar de pedir un vaso de cartón, con tapa de plástico y aparte una manguita, podemos simplemente pedir una taza de cerámica. La próxima vez, si vas a sentarte a leer, a platicar o a cerrar un trato, pide taza. Si te dicen que no hay o se acabaron, haz cara de enojado o enojada y pide que tengan más. ¡Más tazas! Sí, te hablo a ti, Starbucks.

No más bolsas de plástico para tu despensa

Suena muy común. Es algo que escuchamos aunque siempre se nos olvida. Llegamos a la tienda y pues, ni modo, terminamos diciendo con cara de pena “sí, en bolsita, igual luego la uso para la popó de mi perro.” Es cierto, las bolsas las podemos reusar, pero es mejor reducir su consumo para que se fabriquen menos. Compra una bolsa de tela bonita, con alguna frase motivacional o alguna letra de canción hipster. ¡Ayudarás mucho!

No más desechables

Cada fiesta me digo lo mismo, no más desechables y caigo en la tentación. Les dije, no es sencillo. A nadie le gusta lavar platos, pero podemos generar empleo si contratamos algún servicio de limpieza al día siguiente. Seguro nos costará un poco más caro que un paquete de 100 piezas de vasos rojos pero, ¿lo intentarías?

Reduce tu consumo eléctrico

A esto me dedico, así que me toca decirte la verdad. Consumir luz, cargar tu teléfono, cocinar, ver Netflix, usar tu computadora, toda esa electricidad que empleas en tu día a día contamina, y mucho. En México, la energía que utilizamos se genera en un 80 % por combustibles fósiles, lo cual produce emisiones, contaminación pues. Si moderas el uso de lo que conocemos como luz, puedes reducir el desperdicio, ser más eficiente y ¡salvar al mundo!

No compres ropa sólo por comprar

Hay muchas marcas que nos ofrecen ropa a muy bajo precio, misma que luego vamos a tirar o a intentar regalar porque ya no la usamos. Esta tela, porque al final sin importar quien la diseña, eso es, se convierte en basura. Todo lo que usamos día a día será basura, serán residuos. El problema con la industria textil es muy complejo, principalmente el de la mezclilla porque tiene un impacto muy fuerte en la contaminación del agua. Debido a eso, comprar menos ayuda. Adquirir prendas de marcas que nos prometan durabilidad también garantiza un menor impacto.

Recupera el hábito de reparar

Nuestros papás y abuelitos tenían ese hábito muy bien desarrollado. Algo se descomponía y buscaban la forma de que volviera a su estado funcional. Actualmente nos hemos convertido en unos seres que aman remplazar. Se rompe, se va a la basura, compramos otro. ¡Ya no podemos continuar con esto! ¡Generamos un chingo de basura! Muchas de las partes pueden volver a ser utilizadas, pero como consumidores no exigimos a las empresas un reuso. Por ello, es necesario leer y aprender sobre economía circular.

Come menos carne roja

A principios de año, intenté ser vegetariana. Fue un intento. No pude. Cambiar nuestros hábitos después de tantos años no es simple. Entonces decidí dejar de comer carne algunos días. Se volvió más sencillo. La cruda verdad, más allá de la crueldad con los animales, es que producir carne, contamina, y mucho. No quiero contarles detalles, prefiero no arruinar su cena, por hoy. Pueden creerme o investigar más. Pero, por lo menos, únanse al #NoMeatMonday (#LunesSinCarne).

Si critican la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, por favor, al menos ustedes intenten ser parte de este equipo que quiere hacer algo. Ni los líderes políticos solos van a poder, ni nosotros sin ellos. Necesitamos unificar esfuerzos para detenerlo porque diga lo que diga míster Trump, ¡el cambio climático es real!

*Aleithya M. es economista, comprometida con el desarrollo sostenible. Energy  Researcher en Ethos Laboratorio de Políticas Públicas. Puedes contactarla por twitter: @aleithya_md

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VÍCTIMAS DE UN MURO ANUNCIADO

Víctimas de un muro anunciado

Por Maricela Bastida

Más de 800 especies de vertebrados, entre las que se encuentran, el berrendo, la zorra del desierto, coyotes, aves, tecolotes, jaguares, tortugas, venados y muchos otros animales, podrían intensificar su riesgo de extinción debido a los impactos que conlleva la irrupción de sus rutas migratorias. Expertos en ecología aseguran que el actual muro fronterizo, construido en 1994 durante la gestión del expresidente Bill Clinton, cuya longitud actual es de 650 millas (1 046 km), ha provocado trastornos en por lo menos cinco ecosistemas que abarcan cuatro estados de la frontera norte de México. “ Los ecosistemas afectados son la mayor parte del desierto de Sonora; una tercera parte del desierto de Chihuahua, algunos matorrales tanto de Tamaulipas como del oeste de Baja California y California. La afectación más grave es por división de especies”, asegura Rurik Hermann, investigador en biología de la conservación de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Campus Lerma.

Tal afectación que ya existe y ha sido denunciada por los investigadores y ambientalistas, se incrementaría con el nuevo muro que pretende construir Donald Trump pues este abarcaría 2 100 millas (3 379 km) de frontera entre EU y México. Esta muralla comenzaría en California y pasaría por Nevada, Arizona, Nuevo México, Texas y Oklahoma. Con ello, se integraría a los límites fronterizos que ya existen. Aunque se ha hablado poco del tema, la denuncia no es nueva. Desde el año 2007, investigadores del Colegio de la Frontera Norte alertaron de las afectaciones a ecosistemas y a programas de conservación ya existentes para ejemplares como el lobo mexicano, el oso negro, el puma, el jaguar, entre otros, debido a la irrupción de sus rutas migratorias en periodos de reproducción. El foco rojo es que una especie quede dividida, sobre todo si la misma es pequeña, pues esto repercute directamente en su extinción por falta de reproducción. La segmentación de las poblaciones de animales repercute en sus características genéticas, debido a que los apareamientos ocurren entre individuos emparentados y eso provoca caracteres no deseados como malformaciones, cambios en estatura, tallas, entre otros factores que, a la larga, contribuyen a la extinción de las especies.

“Tenemos registros de un tigre que alcanzaba a brincar los tres metros de altura en una parte de Sonora, y este estaba de pronto en ambos lados de la frontera, pero la mayoría de las especies no corren con esa suerte”, asegura el doctor Gerardo Ceballos, experto en extinción de especies e investigador del Instituto de Ecología de la UNAM. Una víctima innegable es el murciélago de Sonora que padece las consecuencias de la invasión de su hábitat entre Chihuahua y Sonora. Esta especie insectívora hoy se ve desplazada por la actividad, y las luces de la patrulla fronteriza. La ausencia de murciélagos en la zona provoca una sobrepoblación de insectos que se vuelve una plaga para las cosechas de toda la región. En el texto Una barrera a nuestro ambiente compartido. El muro fronterizo entre México y Estados Unidos, que fue publicado hace nueve años, Carlos de la Parra y Ana Córdova, investigadores del Colegio de la Frontera Norte, aseguran que ya desde entonces 3 500 especies estaban en riesgo de extinción por efectos del “mal uso de suelo al construir la barrera”, debido a que las especies quedaron divididas.

“Nos internamos en el desierto por la carretera federal número dos, con dirección este, y durante 35 kilómetros el muro es una pared de metal sólido de 4.5 metros de altura, completamente impenetrable para cualquier animal no volador, excepto para los humanos, ya que cada par de kilómetros se ven escaleras improvisadas con tablas, llantas y rocas, indicando que la gente no ha sido detenida por el muro”, describe otra investigación, realizada por Rurik Hermann. Con él coincide Ceballos, que además es integrante de la Academia Estadounidense de Ciencias y Artes. Él califica como “una estupidez” la propuesta de Donald Trump, de continuar la construcción del muro en la frontera entre ambas naciones.

La conclusión de los expertos es que la “catástrofe ambiental” mataría a miles de especies de animales que todavía migran en las partes que no están divididas. ¿Y el Estado mexicano? Gerardo Ceballos también es especialista en macroecología por lo que ha seguido de cerca el diseño de las políticas públicas que impactan el medioambiente y los ecosistemas. Él asegura que el Estado mexicano puede recurrir a la Corte Internacional de Justicia de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en La Haya, para presentar una queja. También puede acercarse al gobierno de Estados Unidos para pedir que en las zonas donde no hay muro se garantice el tránsito de la fauna.

La Conferencia de las Partes (COP 13) a realizarse en Cancún este fin de año, representa una alternativa para los investigadores del Instituto de Ecología de la UNAM y la Alianza para la Conservación del Jaguar, quienes llevarán documentos que entregarán al Ejecutivo Federal y a la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) en los que exigirán detener lo que califican como “la gran extinción de especies”. “Si permitimos que el actual ritmo elevado de extinción continúe, las personas muy pronto —en el breve espacio de tres vidas humanas— nos veremos privadas de los variables beneficios de la biodiversidad”, sentenció Ceballos antes de explicar que si se altera el equilibrio de la cadena alimentaria de un ecosistema, todos los animales y plantas se verán afectados. Si desaparecen las plantas todos los animales (herbívoros y carnívoros), desaparecen también. Eso incluye a la especie humana.

Afortunadamente, las autoridades ambientales comparten esta postura. Al menos eso manifiesta la Comisión Nacional de Áreas Naturales, cuyo comisionado de Áreas Naturales Protegidas señala: “Es absurda, por no decir otra cosa, la idea de construir un muro en la frontera, debido a que esto traería impactos fuertes a la biodiversidad”. Destaca que están en juego por lo menos cinco de los más destacados programas de conservación para especies que aplican México y Estados Unidos. Los animales de estos programas son el lobo mexicano, el ocelote, jaguar, el oso negro, la mariposa monarca (el insecto busca agua y ante el muro debe alterar sus rutas y conductas). El comisionado Del Mazo promete que México no se quedará con los brazos cruzados, y adelanta que el CONANP trabaja de manera conjunta con investigadores de la UNAM para dar a conocer los riesgos de las medidas “absurdas” que tomaría Donald Trump, los impactos a la biodiversidad, a la salud humana y el desarrollo de los ecosistemas.

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BENEFICIOS DE LA ENERGÍA SOLAR AL SER HUMANO

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LOS OTROS DESPLAZADOS

Los otros desplazados

Por Gabriela Gutiérrez M.

Morelia Barahoma nació en Colombia y migró a la Ciudad de México desde muy joven. En esta última, junto a su hermana, fundó una línea de ropa de trajes de baño. En 2004, durante unas vacaciones, conoció el paraíso con forma de isla alargada como salchicha en el Caribe mexicano. No lo pensó mucho y se mudó allí, a Holbox, que en maya significa “hoyo negro”, la misma que podría desaparecer en los próximos años.

Con apenas un año en la isla, Barahoma supo lo que era el miedo. El huracán Wilma, de categoría cinco, sumergió a la isla y arrancó a su paso viviendas y techos de los menos de entonces 1 400 habitantes como si fueran un racimo hojas. Su casa, cercana a la playa, desapareció. La mayoría de los isleños, incluida Barahoma, habían sido evacuados días antes, gracias a lo cual se pudo evitar la pérdida de vidas humanas.

Holbox es el hogar del tiburón ballena, el pez más grande del mundo, así como de más de 300 especies de fauna (muchas de ellas en peligro de extinción, como la tortuga de carey), además de poseer importantes zonas de manglares, que son formaciones vegetales leñosas, densas, arbóreas o arbustivas de 1 a 30 metros de altura, compuestas de una o varias especies de mangle. Debido a su riqueza, el Gobierno federal declaró la zona como Área Natural Protegida Yum Balam, en 1994.

Aquella imagen de Holbox sumergida podría ser en realidad una ventana al futuro. Muchos afirman que la isla no sobrevivirá las próximas dos décadas, pues cada año su playa pierde terreno ante el aumento del nivel del mar, debido al calentamiento global.

Punta Cocos, por ejemplo, ubicada al norte de la isla, prácticamente  ha desaparecido, dice Barahoma. “Ahora hay un muro de contención. No queda ni un centímetro de playa,  para entrar a uno de los hoteles ubicado ahí, hay que cruzar por agua”, agrega.

Holbox se encuentra ubicada en Lázaro Cárdenas, uno de los 319 municipios vulnerables ante el cambio climático, de acuerdo con el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC).

En estos municipios altamente vulnerables viven entre 40 y 50 millones de personas, sin embargo, muchas de ellas no saben el nivel de riesgo en el que están.

CAMBIO CLIMÁTICO

Sequías, tormentas y ciclones comprenden 80 % de las declaratorias de desastres y, también, son algunos de los efectos que el cambio climático acelera o produce fuera de la temporalidad esperada. Cuando las personas deciden migrar debido a estos fenómenos se convierten en desplazadas ambientales y en México, durante 2015, ya superaron en número a aquellas que fueron desplazadas por la violencia.

De acuerdo con el Observatorio de Desplazamiento Interno (IDMC, por sus siglas en inglés), en 2015, 91 000 personas fueron desplazadas por factores medioambientales, contra 6 000 desplazamientos derivados del conflicto. De 2004 a 2015, 2.1 millones de mexicanos han sido forzados a dejar sus hogares por causas ambientales.

En el mundo, el IDMC estima que 172 millones de personas –44 % más que la población total de México– han sido desplazadas de sus lugares de origen por desastres naturales, donde Asia es el continente más afectado. El Observatorio, que forma parte del Consejo Noruego para los Refugiados (NRC, por sus siglas en inglés), señala que los factores vinculados al origen humano, “como el rápido desarrollo económico, la urbanización y el crecimiento de la población en zonas propensas al peligro”, impulsan el aumento global en el desplazamiento causado por desastres.

El cambio climático aumenta los riesgos inherentes de los fenómenos meteorológicos, al hacerlos más intensos y frecuentes.

“Hoy en día, la probabilidad de ser desplazado por un desastre es 60 % mayor de lo que era hace cuatro décadas, y un análisis de 34 casos revela que el desplazamiento por desastres puede durar hasta 26 años”, asegura el IDMC.

CONTRA LOS MÁS POBRES

La lluvia, el sol o el frío no reconocen niveles socioeconómicos, atacan todos por igual. Sin embargo, la pobreza sí es un factor que incrementa las probabilidades de que una persona sea víctima de un desastre natural. De acuerdo con el Programa especial de cambio climático 2014-2018 (PECC), 68 % de la población afectada por desastres está en situación de pobreza o extrema pobreza. Son esas personas las que “habitan en viviendas precarias y zonas de alto riesgo ante desastres climáticos, como laderas de montañas, barrancas o zonas susceptibles de inundación, (como) orillas de los ríos o en planicies con baja permeabilidad”.

Además, el costo de los desastres aumenta cada año. Mientras que en el periodo 2000-2004 estos repercutieron en las arcas nacionales con 573 millones de dólares (mdd), promedio anual, para 2005-2009 la cifra se elevó a 2 320 mdd. Y en 2010-2014 fue de 3 864 mdd, de acuerdo con un análisis hecho a partir de datos publicados por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).

UN ATLAS FANTASMA

Aunque el IDMC da un estimado de cuántos desplazados ambientales hay en México, las autoridades locales no llevan ningún registro. De hecho, ni siquiera hay acceso público al Atlas nacional de vulnerabilidad ante el cambio climático (ANVCC), realizado por el INECC. Revista Cambio solicitó el documento y una entrevista con algún vocero del instituto, sin que al cierre de esta edición se haya concretado. Solo se recibió la lista de los 319 municipios vulnerables (161 menos de los que el INECC reportó al PECC, en 2014).

“El Atlas de Vulnerabilidad es como el chupacabras” –dice la diputada Mirza Flores, de Movimiento Ciudadano, miembro de la Comisión de Cambio Climático en la Cámara de Diputados–, todo el mundo dice que existe, pero nadie lo ha visto”.

En abril pasado, Flores Gómez solicitó un punto de acuerdo para exhortar a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) a entregar avances del ANVCC, pues debía tener lista una plataforma de consulta del mismo, desde 2015. “A la fecha no me han respondido. Ni me han entregado nada”, dice la legisladora.

“Esta condición de desinformación nos afecta. Podríamos, incluso, presentar una queja ante Derechos Humanos. Es frustrante que las condiciones de la población se encuentren en tan alta vulnerabilidad, sin contar con el respaldo de las autoridades”, dice Flores Gómez. “No tener un atlas de riesgo te genera doble vulnerabilidad”.

Lo que sí se sabe es que la temperatura promedio en el país se ha incrementado en 0.85 ºC –similar al promedio global reportado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés)–, aunque se espera que para el norte del país el aumento llegue a los 2 ºC. Mientras que la precipitación anual se ha reducido –lo que aumentará las sequías– entre 10 y 20 %, con excepción de Baja California, donde las lluvias menguarán hasta en 40 %, de acuerdo con el informe Cambio climático, migración y seguridad. Política de mejores prácticas y opciones operacionales para México, del Instituto Real de Servicios Unidos (RUSI, por sus siglas en inglés), una organización británica con dos siglos de existencia, especializada en temas de seguridad.

RIESGO DE CORRUPCIÓN

Los desplazados ambientales no son producto exclusivo de los efectos meteorológicos o del cambio climático. Los gobiernos y funcionarios responsables de crear y aplicar las políticas públicas también participan en la ecuación de la catástrofe.

“Hay un deseo de culpar de todo al cambio climático. Lo que puede suceder es que la gente migra de sus regiones y las autoridades podrían decir que no es causa de malas políticas públicas, o del manejo que hacen en el territorio, sino que es producto del cambio climático”, explica Víctor Magaña, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“El riesgo lo estamos construyendo por nuestra política de desarrollo, o sea, la ocupación del territorio es un caos, el aprovechamiento de los recursos es un caos, la administración del agua es un caos. A raíz de eso, cualquier sequía por grande o pequeña nos va a afectar, cualquier huracán por intenso o débil, afecta”, agrega el especialista, quien también ha participado con el IPCC.

El Gobierno federal en México planea destinar 35 000 millones de pesos (mdp) a la “Adaptación y mitigación de los efectos del cambio climático”, de acuerdo con el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el ejercicio 2017, cuya aprobación es discutida actualmente en el Congreso de la Unión.

De ese monto, las tajadas más grandes se las llevan los sectores de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación con 30 %; el de Recursos Naturales, 26.4 %; y en tercer lugar, el Fondo Nacional de Desastres (Fonden), con 17.2 por ciento.

El Fonden es el encargado de responder ante las emergencias de la población frente a un desastre no planeado, como pueden ser terremotos, fenómenos meteorológicos o cualquier otra emergencia. De aprobarse el PEF enviado por el Ejecutivo, para el siguiente año este fondo recibirá 6 036 mdp.

En contraste, el Fondo de Prevención de Desastres Naturales (Fopreden) –encargado de reducir los riesgos y mitigar los efectos destructivos de los fenómenos naturales, a través de la prevención, para disminuir el impacto en términos de vidas humanas, bienes de la población, servicios públicos y el medio ambiente– recibiría en 2017, apenas 179.4 mdp, 3 365 veces  menos que el Fonden.

Para la legisladora Mirza Flores la motivación para destinar más recursos al Fonden que al Fopreden puede ser perversa: “Los desastres son un negocio para los gobiernos. Cuando gastan durante la emergencia, pagan hasta el cuádruple el valor de las cosas y con muy poca supervisión financiera, por la misma urgencia”, dice.

El Gobierno federal reconoce su error al abastecer de más recursos al Fonden que al Fopreden, según dice el PECC: “Hasta ahora, México se ha caracterizado por actuar de manera reactiva, más que preventiva ante los desastres. Ejemplo de esto es el presupuesto federal asignado al Fonden y al Fopreden”, y lo acompaña con la siguiente imagen (figura balanza). Sin embargo, aunque en documentos oficiales conste la necesidad de elevar los recursos a la prevención, este año el Ejecutivo recortó en 50 % el presupuesto del Fopreden.

“Deberías de dejar de hablar de desastres para hablar de los riesgos, y así reducirlos, a través de gestionarlos de forma integral, es decir, con política, con cultura. Espero que no demoremos demasiado en hacerlo”, concluye Magaña.

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LOS OTROS CHILANGOS

Los otros chilangos

Por Carlos Tomasini

Junto a los condechis, coapos, tepichulos y oficinistas de Santa Fe o Polanco, además de las millones de personas que llegan todos los días a la capital desde Atizapán, Coacalco o Chalco, coexisten otros chilangos. Aunque parece que no están, lo cierto es que miles de animales diversos cohabitan con las familias capitalinas y algunos son simplemente únicos.

No exagero, por ejemplo, está una especie de hormiga endémica del Pedregal de San Ángel o la Rana de Tláloc, así como 14 familias de moluscos terrestres, víboras de cascabel y 32 % de todas las aves que viven en México, entre otros seres vivos de todos tamaños. Ellos también deben ser considerados como “chilangos”, aunque no pidan quesadillas con queso ni coman guajolotas de tamal verde por las mañanas.

Y es que no todo el territorio de la Ciudad de México es urbano, ya que, al menos, tiene otros 10 ecosistemas, como el bosque de coníferas que está rumbo a La Marquesa, los humedales de Xochimilco o los suelos de agricultura de Milpa Alta.

“La entidad tiene un nombre desafortunado, porque lo de ‘ciudad’ genera la impresión de que todo el territorio está urbanizado”, piensa Zenón Cano Santana, uno de los mejores expertos en el tema de la biodiversidad chilanga.

En todos lados

Miles de animales y plantas aprovechan los rincones de la urbe para vivir –o sobrevivir–, como los tlacuaches en Chapultepec o las zorras grises del Bosque de Tlalpan que, a pesar de tener poblaciones que ya son muy pequeñas, se resisten a dejar estos lugares en los que han permanecido durante años.

“En la ciudad hay todo tipo de refugios para los seres vivos, como montañas, cañadas, cuevas, edificios abandonados, macetas, patios, árboles, azoteas verdes y parques”, subraya el profesor Zenón, quien trabaja en un laboratorio del Departamento de Ecología y Recursos Naturales de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.

“Es más, si en nuestras casas no hacemos limpieza, los bichos empiezan a colonizarla y encontraremos organismos como ciempiés, pinacates, arañas, tarántulas, alacranes o palomillas. Si le das un espacio a los seres vivos, ellos lo toman”.

En cuanto a flora, la variedad chilanga también es grande, pues según la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), en la capital hay más de 1 607 especies de plantas, como magueyes, ahuehuetes y fresnos.

También hay una especie de malva que sólo se ha visto en Chapultepec y en Xochimilco, una orquídea endémica del Cerro del Judío y unas nochebuenas que sólo existen entre las parcelas de cultivo de la Sierra de Santa Catarina, al oriente de la ciudad.

Ciudad privilegiada

Esta amplia variedad de flora y fauna de la Ciudad de México se debe a las condiciones geográficas y climáticas en las que se encuentra ubicada, y que fueron aprovechadas por sus primeros pobladores.

“El Valle de México es en uno de los valles más especiales del planeta”, subraya el doctor Zenón. “Está en una zona tropical, pero a gran altitud, por lo que en vez de hacer mucho calor, cuenta con un clima templado y constante”.

Estas características también provocan que no haya cambios de estación muy marcados. En realidad, las temporadas de calor y de frío duran poco tiempo y no son tan extremas como en otras regiones del país, además de que la luz del sol ilumina durante más horas. “Los seres vivos son más diversos en donde los días son más largos y los climas son más estables”, describe el académico.

Asimismo, la altitud de la Ciudad de México, que va de los 2 240 metros sobre el nivel del mar hasta los 3 937 de la cumbre del Ajusco, genera condiciones climáticas distintas. “Mientras más se asciende a las montañas, más frío hace y son otras especies las que están ahí”.

De esa manera, las zonas bajas son más secas, y la montaña, como llueve más, es más húmeda, lo cual favorece la presencia de diferentes organismos en cada altitud.

Por si fuera poco, la CDMX se encuentra exactamente en el punto donde convergen los animales del norte que migran al sur y los del sur que viajan al norte, además de que hay una mezcla única de flora. “En algunos paisajes se puede ver cómo conviven cactus de zonas secas con helechos de zonas húmedas, eso es algo que no pueden ver ni los sudamericanos ni los norteamericanos”.

Desde tiempos mexicas

Fue por allá de 1325, cuando fundaron Tenochtitlán en medio del lago de Texcoco (no hay que olvidar que el centro del valle estaba lleno de agua), que los mexicas descubrieron todas las ventajas de asentarse en el Valle de México.

“No es casualidad que hoy sea una de las más grandes megalópolis del mundo. Los mexicas encontraron que en el Valle de México había una biodiversidad que ofrecía una gran variedad de productos que se usan diariamente (alimento, vestido, higiene, etc.), además de que tenía condiciones ideales, como estar lejos de los ciclones”, expone Zenón.

Así que además de grandes conciertos, estadios deportivos, vialidades de dos pisos, rascacielos, centros comerciales, baches, tránsito, ecobicis, carreras atléticas dominicales, bares, restaurantes, galerías, museos, metro, microbuses, cafés literarios, vendedores ambulantes y franeleros, la ciudad tiene una vida natural que ha resistido el crecimiento de la urbe y los fenómenos que eso conlleva, como la contaminación.

Ecoequilibrio

La contaminación tiene un comportamiento “bipolar” en la Ciudad de México debido a ciertos aspectos naturales.

Estar en el centro de un valle causa que la contaminación producida por los autos y la industria no salga de la ciudad y se generen efectos como la antes muy famosa “inversión térmica”; en contraste, las lluvias provocadas por la suma de sus ubicación tropical a gran altitud garantiza que siempre habrá un momento en el que cual pueda “limpiarse” el ambiente.

Las áreas naturales que rodean a la Ciudad de México también cooperan para que sus condiciones ambientales no sean peores. De hecho, la capital cuanta con 23 Áreas Naturales Protegidas y un Área Comunitaria de Conservación Ecológica, que reúnen una superficie total de 26 047 hectáreas.

En realidad, la ciudad está dividida en dos zonas: Suelo Urbano y Suelos de Conservación. La primera es donde habita la mayor parte de la población y es prácticamente toda la zona centro; la segunda, ocupa 60 % del territorio y es, principalmente, la parte rural localizada en la zona montañosa y lacustre del sur poniente, donde sólo habita la cuarta parte de la población.

En el área de Suelo de Conservación se lleva a cabo, por ejemplo, la captura del dióxido de carbono, la generación de oxígeno y la recarga de los depósitos de agua que están en el subsuelo, la cual representa alrededor de 70 % del agua que se consume en la Ciudad de México.

Así, lugares como el Ajusco, el Desierto de los Leones, la Marquesa, el Bosque de Las Lomas, los Ejidos de Xochimilco y San Gregorio Atlapulco, la Sierra de Guadalupe y hasta el Cerro de la Estrella, Ciudad Universitaria y el Bosque de Tlalpan ayudan a mantener en equilibrio la ecología de la ciudad gracias a su flora y fauna.

“Para los ecosistemas, la biodiversidad es un gran amortiguador contra los cambios ambientales, por lo que, mientras más especies haya, se podrá defender mejor en el futuro porque así se garantiza que haya agua, aire, alimentos, medicinas y hasta lugares de diversión y bienestar para las personas”, complementa Zenón.

“Los seres vivos se adaptan a las nuevas condiciones, como la contaminación, y las especies que no la toleran, ya han desaparecido”.

¿Cómo los cuidamos?

Todo esto provoca que las personas tengan la obligación de proteger cada pequeña criatura del planeta, ya que todas “trabajan” para la naturaleza.

“Cada ser vivo tiene particularidades y funciones. Por ejemplo, una pequeña araña que captura insectos para bajar la densidad de mosquitos o unos parásitos que reducen los tamaños poblacionales de las ratas”, dice nuestro especialista que recientemente trabajó en la elaboración del Catálogo de Biodiversidad de la Ciudad de México, encargado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad a todas las entidades del país. La CDMX es una de las primeras en completarlo y próximamente se presentará oficialmente, aunque ya se encuentra disponible en línea.

Acciones pequeñas como plantar un árbol, cuidar un área verde, no tirar basura en una visita al Desierto de los Leones y hasta dejar de alimentar a las ardillas de los Viveros de Coyoacán, son acciones que ayudarán a que el equilibrio natural se mantenga saludable durante más de tiempo en la ciudad.

“Es malo que los niños de la Ciudad de México crezcan sin estar en contacto con mariposas, escarabajos, pinacates y ciempiés, porque cuando una ciudad crece tanto y se aleja de la naturaleza, estamos alejando a los pequeños de conocer la maravilla que es cada ser vivo en nuestro entorno”, concluye Zenón para continuar trabajando en su laboratorio después de una mañana de trabajo de campo.

Así, estos chilangos que llevan varios siglos viviendo en el Valle de México son los que más trabajan en beneficio de todos. Ojalá los demás los imiten.

Pequeñas acciones

La Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México emite estas recomendaciones para cuidar la biodiversidad de la capital:

No alimentar a los animales silvestres, ya que se acostumbran a la presencia de los humanos y olvidan su función en el ciclo de la biodiversidad.

No tirar basura en lugares como los bosques y recoger la que se encuentre. Muchos animales silvestres mueren por ingerir chicles, bolsas, botellas o colillas.

No comprar animales exóticos ni en peligro de extinción.

Investigar cuáles son las plantas y árboles nativos para elegirlos cuando haya oportunidad de sembrar alguno (por ejemplo, al diseñar el jardín de una casa).

No soltar animales de manera incontrolada, especialmente en entornos diferentes a los suyos, ya que pueden competir con otras especies e incluso provocar que desaparezcan en un determinado entorno.

Sé responsable con tus mascotas y no las dejes sueltas en la calle.

Para mayores informes:
Montes Urales No. 425
Col. Lomas de Chapultepec México
Distrito Federal, C.P. 11000
Teléfono: (55) 30 99 3000

Fuente: www.revistacambio.com.mx/nacion/los-otros-chilangos

AHORA RECICLAR ES NUESTRO ESTILO DE VIDA

ECOCE: 15 años de promover una cultura de reciclaje de envases.

En ECOCE, celebramos 15 años de existencia, reafirmando nuestro compromiso de trabajar por un México más limpio y sustentable, ECOCE es una iniciativa de la industria de bebidas y alimentos, y es el primer organismo en México, en proponer acciones concretas sobre el manejo adecuado de los residuos de envases y empaques. ECOCE impulsa una cultura ecológica al promover el acopio masivo de envases y empaques para sensibilizar sobre la importancia del reciclaje.

Ahora, en México, seguimos siendo líderes de América en la recuperación de envases de PET post-consumo para su reciclaje. Por quinto año consecutivo, el acopio de PET post-consumo ha sido el más alto del continente. Durante 2016, se recuperaron 425 mil toneladas, lo que representa el 57% del consumo aparente nacional, un porcentaje similar de recuperación al de la Unión Europea y que está por encima de países como Estados Unidos, Canadá y Brasil. Ahora, somos multimaterial, trabajando ya en la recuperación de otros materiales como aluminio y polietileno de alta densidad, entre otros.

Ahora, separar y reciclar los residuos de envases, forma parte del estilo de vida de muchos mexicanos. Y ahora también, más familias viven del reciclaje. Por eso, ahora, estamos viendo el crecimiento y consolidación de una industria nacional del reciclaje, con beneficios ambientales, generadora de empleos, desarrollo económico y bienestar social.  Ahora, podemos decir con orgullo que ECOCE es un caso de éxito y nuestro modelo de manejo integral de residuos sólidos urbanos es un ejemplo a seguir por otros países.

En 15 años, ECOCE ha fomentado y desarrollado diversas actividades, mostrando la acción de la industria de bebidas y alimentos, donde destacan 5 objetivos principales:

  • Promover la recuperación de los residuos de envases post- consumo de PET y otros materiales
  • Desarrollar campañas y programas de educación cívica ecológica
  • Llevar a cabo sinergias con los tres niveles de niveles de gobierno, para analizar y atender áreas críticas a través de la educación y cambio de hábitos en las comunidades
  • Participar en la creación de legislación y normatividad relacionada con el manejo de residuos, para tener certidumbre jurídica
  • Promover una nueva industria de reciclaje que genere un mercado nacional y genere empleos de preferencia a través de la economía circular

LO NEGRO DE LO VERDE

Lo negro de lo verde

Por Gabriela Gutiérrez M.

La tierra tuvo fiebre. De acuerdo con lo publicado por el exclimatólogo de la NASA James Hansen, y otros expertos, en el Earth Systems Dynamics Journal, la temperatura en la superficie terrestre alcanzó el punto más alto en los últimos 115 mil años.

El mismo documento afirma que el planeta se ha calentado gradualmente a una media de 0.18 grados Celsius por década durante los últimos 45 años, en particular por las emisiones de gases de efecto invernadero.

Lo cierto es que la temperatura promedio global se mantiene en aumento y los científicos afirman que, para el año 2050, el planeta será un lugar peligroso para vivir. Una de las principales apuestas para reducir la emisión de gases de efecto invernadero es el uso de biocombustibles, sin embargo, cada vez más voces alertan que, después de todo, estos no son tan amigables con el medio ambiente.

¿Remedio o enfermedad?

Los biocombustibles –fabricados a partir de materia orgánica, principalmente jatrofa, maíz y caña de azúcar– reducen más de 30  por ciento la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, en comparación con los combustibles fósiles. Sin embargo, esta bondad ambiental queda neutralizada –y muchas veces rebasada– cuando se analiza su balance energético global, es decir, los aspectos negativos contaminantes, inherentes a su producción.

La Alianza Global de Combustibles Renovables, establecida en Canadá, estima que la sustitución de combustibles fósiles por biocombustibles evitó el envío de 169 millones de toneladas de gases de efecto invernadero a la atmósfera, lo que representa la emisión total del mismo año de República Checa o la mitad de la de España. No obstante, el reporte no considera las emisiones generadas en la producción y distribución de los biocarburantes, es decir, solo contempla los puntos positivos, sin restar a ellos los negativos.

Para tener un análisis objetivo, es necesario poner en la balanza tanto las emisiones evitadas o reducidas, como los detrimentos provocados por la misma producción del biocombustible. A esto se le llama balance energético. Por ejemplo: la extensión de tierra destinada a su producción, el uso de agua y otros recursos, así como el combustible fósil utilizado para su producción y distribución.

Y es que para producir los biocombustibles se requieren grandes extensiones de tierra para siembra y cultivo de los insumos. Joe Fargione, científico de la organización Nature Conservancy, publicó a principios de este año en la revista Science, un informe donde anota que la conversión de hábitats naturales –como bosques y selvas– en campos de sembradío para biocombustibles libera más carbono a la atmósfera que lo que el uso de biocombustibles evita: “Si se trata de mitigar el calentamiento global, simplemente no tiene ningún sentido dedicar tierras vírgenes a la producción de biocombustibles”, explica.

La Amazonia, en Brasil, advierte Fargione, ha sido una de las zonas más dañadas en este sentido, pues el gigante sudamericano es uno de los líderes en la producción de biocombustible y ha transformado vastas regiones de tierra selvática en terreno para cultivo de caña de azúcar, el insumo principal del etanol.

A esto hay que sumar la contaminación del proceso de siembra (tractores, fertilizantes, agua), la liberación de carbono a la atmósfera al cosechar y el uso de energéticos en la distribución.

Al final, los biocombustibles son menos eficientes que los combustibles fósiles, explica Fernanda Figueroa Díaz Escobar, especialista en Recursos Naturales de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Para que los biocombustibles sean realmente benéficos para el medio ambiente, deben arrojar un balance energético positivo, es decir, que después de calcular el ahorro de emisiones contaminantes, se le resten los impactos negativos (energía gastada en su producción y distribución, deforestación provocada, principalmente), y su uso reporte ganancias medioambientales.

El reporte Biocombustibles: Perspectivas, riesgos y oportunidades, elaborado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), reconoce que si bien “el maíz destinado a la producción de etanol puede generar un ahorro de gases de efecto invernadero de 1.8 toneladas de dióxido de carbono por hectárea al año, la conversión de pastizales para producir estos cultivos puede emitir unas 300 toneladas por hectárea y la conversión de tierras forestales puede emitir entre 600 y 1 000 toneladas por hectárea”.

En ese mismo sentido, un estudio hecho por el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales, sobre 26 biocombustibles de los líderes en el campo (Estados Unidos, Brasil, Unión Europea y Malasia), descubrió que aunque 21 de ellos efectivamente reducen las emisiones de gases de efecto invernadero, en comparación con la gasolina, 12 tienen mayores impactos ambientales agregados que los combustibles fósiles.

Los gobiernos del mundo comienzan a prestar oídos a las alarmas de los científicos y la producción de biocombustibles comienza a estancarse. Mientras que en 1990 solo dos países (Estados Unidos y Brasil) produjeron siete millones de barriles, para 2010 unos 30 países producían ya 61 millones de barriles al año. Entre 2014 y 2015, la producción de biocombustibles creció apenas 0.86 %, de acuerdo con estadísticas de la empresa BP Global.

Basura, la solución

El consenso internacional aboga por reducir paulatinamente el uso de combustibles fósiles. México es responsable de 1.4 % del total de las emisiones del carbono en el mundo –417 millones de toneladas de dióxido de carbono–, de acuerdo con un reporte de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).

Algunas opciones han volteado la mirada hacia los desechos, ya que “los biocombustibles producidos a partir de productos residuales, como desechos orgánicos o reciclado de aceite de cocina son más eficientes”, agrega el análisis de la FAO.

Erick Villagómez fundó en 2014 Green Energy Development, una empresa dedicada a convertir llantas desechadas en combustible. “Conocía la alta demanda del combustible y que constantemente está subiendo. Vi los biocombustibles con jatrofa, etanol y algas, pero no son tan redituables y casi debía convertirme en agrónomo. Además, no son tan convenientes porque hay que mezclarlos con diésel normal. A veces sale más caro producir el biocombustible que combustible fósil”, explica.

Entonces alguien le habló de la pirólisis, un procedimiento que a través de la incineración sin oxígeno podía ayudarle a convertir llantas desechadas y aceite quemado de motor, en combustible. En la planta piloto, fundada en Tijuana, Baja California, ya producen cerca de un millón de litros de biodiesel al año.

Aunque los métodos son variados, el consenso es uno: sustituir por completo el uso de combustibles fósiles. Algunas ciudades ya dan el ejemplo y los han eliminado de su vida o lo conseguirán durante los próximos 30 años: Estocolmo, Oslo, Berlín y Copenhague. Para México también vendrá el turno. ¿Cuándo?, es la pregunta.

Para mayores informes:
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Fuente: www.revistacambio.com.mx/mundo/lo-negro-de-lo-verde/

CERTIFICACIÓN DE SUSTENTABILIDAD

COLLIERS INTERNATIONAL MÉXICO PRESENTA:

CERTIFICACIÓN BOMA BEST®

En el marco de un mundo cada vez más consciente y preocupado por los temas ambientales, se habla hoy de edificios sustentables, en donde el uso de la energía sea eficiente. En este escenario, se ha generado BOMA BEST®, programa de Certificación de Sustentabilidad líder en el mundo para edificios existentes, creado por y para la industria inmobiliaria; desarrollado en Canadá por Building Owners Management Asociation (BOMA), institución que funciona desde 1907, actualmente disponible a través de su capítulo en México y que se mantiene en sinergia con la Asociación Mexicana del Edificio Inteligente y Sustentable A.C. (IMEI).

BOMA BEST® genera resultados ambientales y financieros reales, además de tener una excelente relación de costo-beneficio, y tiene como objetivo avanzar en el uso de estrategias que permitan una mejora integral en el impacto de la operación del edificio.

Ésta, ha probado un aumento en el valor de los inmuebles, a través de una mejor manera de mostrar valores sustentables a inquilinos y usuarios presentes y futuros; al igual, con los ahorros que se derivan del proceso de análisis y evaluación energética, y de las herramientas de administración que impulsan la mejora contínua y la creación de mayores capacidades en el inmueble.

Por lo tanto, BOMA BEST®  es la única certificación que no tiene restricciones para que los distintos tipos de construcción puedan ser susceptibles de acceder al proceso; es decir, está disponible para construcciones nuevas, remodeladas, edificios existentes, inmuebles comerciales, escuelas, centros de salud, etc.

Si deseas certificar tu edificio o tener mayor información de BOMA BEST®, consulta a nuestros expertos del tema quienes te podrán ofrecer un servicio integral hecho a la medida.

REMS Colliers International México

Rafael Berumen, Director

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LAS MIL Y UNA FUENTES

Las mil y una fuentes

Por Elizabeth Palacios

Dos  décadas había dedicado François a ser consultor de negocios en un gran corporativo en Francia, su país natal, cuando descubrió que dejaba pasar todo lo que era realmente importante. Años atrás, había adoptado a dos niños en Colombia, pero jamás tenía tiempo de verlos ni estar con ellos. Por eso, para sorpresa de todo su entorno laboral y familiar, decidió romper por completo con el mundo que hasta entonces conocía y dedicarse a la educación de los pequeños por los que había cruzado un océano entero. No quería que la palabra padre fuera sinónimo solamente de una cuenta bancaria.

Aquella fue una misión de tiempo completo. Cuando los niños crecieron y François tenía 52 años, reflexionó sobre qué futuro le deparaba a él. Fue en 2004, durante una comida informal, que su antigua compañera de trabajo, Victoria, le presentó a Chay Lo, un joven ingeniero nacido en Camboya, proveniente de una familia muy pobre, quien tras haber  destacado en la escuela más importante de ingeniería en su país, logró ir a estudiar a Francia en la Escuela Nacional de Ingeniería Rural de París (ENGREF, por sus siglas en francés).

Mientras comían, François escuchó los relatos del joven y supo todo lo que la gente tenía que pasar con el propósito de obtener el bien más preciado en la lejana Camboya. No hablaba de oro, carbón, diamantes o petróleo. El joven hablaba de agua potable.

En Camboya el agua abunda, nadie podría pensar que allí la gente vive igual que si estuviera en un desierto. Pero lo verdaderamente relevante es que esa agua no tiene la calidad necesaria para el consumo humano. La mortalidad infantil es de 20 % debido a que los habitantes beben agua estancada y contaminada.

François no podía creerlo y decidió tomar medidas. Todavía no tenía idea de cómo, sin embargo, sabía que no podía quedarse de brazos cruzados tras conocer semejante realidad. Si bien él no es ingeniero, tenía el talento de un buen consultor de negocios: saber rodearse de las personas adecuadas a fin de alcanzar sus objetivos. Así, puso manos a la obra.

De ese modo nació la primera idea de la organización 1001 Fontaines (Mil y un fuentes), creada por el ingeniero camboyano Chay Lo y los franceses Fançois Jaquenoud y Virginie Legrand, con la intención de concebir una solución para potabilizar agua y hacerla accesible a las familias en Camboya de manera sostenible; su principal foco son las comunidades rurales más alejadas.

Su objetivo es contribuir a mejorar la calidad de vida, el acceso a la salud y reducir la mortalidad infantil con algo que para muchos podría parecer simple y de fácil alcance, no obstante, a ellos les parecía un sueño inalcanzable: beber agua limpia.

EL IMPACTO SOCIAL

Hoy François tiene 65 años y es considerado uno de los emprendedores sociales más inspiradores de Europa. Aunque su proyecto inició en Camboya, actualmente también opera en Madagascar e India, con lo que 350 000 personas radicadas en comunidades altamente marginadas sacian su sed diariamente.

Sin embargo, el problema todavía es muy grande, pese al esfuerzo de los fundadores de 1001 Fontaines. Según la Organización Mundial de la Salud, en la actualidad 800 millones de personas en todo el mundo no tienen acceso garantizado al agua potable. Por ello continúan en busca de apoyos, donativos y fondos para ampliar su impacto y llegar a más países. Uno de sus reconocimientos más notables fue por parte de Google, quien premió su innovación con medio millón de euros a fin de acelerar el crecimiento de este emprendimiento social. Con este dinero, ellos pudieron ampliar su impacto y llegar a 15 aldeas más.

Actualmente, en Camboya –donde el proyecto va más avanzado– se instalan dos plantas por mes en diferentes pueblos, así distribuyen hasta 2 500 000 litros de agua mensualmente.

LA INNOVACIÓN

La tecnología utilizada con el propósito de limpiar el agua en este proyecto realmente es simple y se usa desde hace más de treinta años, pues es a través de filtros ultravioleta. La innovación es de visión y negocio, más que tecnológica, ya que lo importante es que las mismas comunidades se involucren con la finalidad de participar en el proceso de purificación, embotellamiento y venta a bajo costo del agua, mediante un modelo de franquicia social. Esto permite que el agua ya no tenga que ser traída desde los puntos urbanos, sino purificada en cada una de las comunidades, con sencillas plantas potabilizadoras operadas por los mismos habitantes.

François y Chay vieron claramente que la reducción de los costos de transportación sería determinante para la sostenibilidad del acceso al agua, por ello era importante que las plantas no fueran vistas como algo externo, sino que los pobladores se apropiaran de estas plantas, pues se construye una en cada aldea.

Así, la verdadera innovación de este proyecto es al mismo tiempo la que llega a ser la mayor área de oportunidad de los emprendimientos sociales rurales: asegurar la sostenibilidad.

1001 Fontaines, no lleva agua a las comunidades marginadas, más bien les enseña a construir plantas con la finalidad de que ellos mismos purifiquen el agua que está ya ahí, en su ecosistema. Un emprendedor social responsable es elegido en un consenso con la comunidad, para ello toman en cuenta los usos y costumbres, y también consideran la opinión de la organización. Así, se firma un contrato tripartita donde el franquiciatario no sólo se compromete como si hiciera una compra-venta, sino que la persona encargada de la planta adquiere el compromiso de mantener sus promesas de calidad y precio, el cual es establecido por la organización y constituye un estándar en cada país donde opera: 1 centavo de dólar por cada litro.

MIRAR A FUTURO

La organización consigue el financiamiento a través de fondos humanitarios y donativos, ya que cada planta tiene un costo aproximado de 20 000 euros. Durante un año, el equipo de 1001 Fontaines se encarga de instalar la estructura de la planta, proporcionar los cilindros donde se envasa el agua y capacitar a la persona responsable que la comunidad ha designado.

Pasado ese primer año, el encargado ya es autónomo. Su trabajo consistirá en filtrar el agua, lavar y desinfectar los envases, rellenarlos y volverlos a entregar a los aldeanos. 20 % de sus ingresos son reintegrados a 1001 Fontaines para que le sean repuestos materiales y se garanticen siempre las operaciones de control de calidad del agua, que es muy estricto. La lógica de este modelo de negocio comunitario y participativo siempre es la sostenibilidad, pues el tener una población que se involucre 100 % con el proyecto permite crear estructuras a largo plazo. Esto fue clave debido a que en Camboya, igual que en otros países pobres, la gente está acostumbrada a esperar ayuda asistencial y humanitaria. François y sus socios saben con certeza que la única solución viable a largo plazo para alcanzar el desarrollo humano es la reactivación de la economía local.   

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Fuente: www.revistacambio.com.mx/mundo/las-mil-y-una-fuentes/

DOS JÓVENES CIENTÍFICAS HACEN DESAPARECER EL PLÁSTICO CON BACTERIAS

Dos jóvenes científicas hacen desaparecer el plástico con bacterias

La bacteria puede transformar los ftalatos, que son una toxina peligrosa usada en los plásticos, en productos finales como dióxido de carbono o agua. Una novedosa tecnología para romper el material plástico y así volverlo biodegradable. Un gran avance para luchar contra un material, el plástico, que casi nunca muere.

La bacteria ha sido desarrollada por las jóvenes científicas Miranda Wang y Jeanny Yao. Actualmente cuentan con dos patentes y ya han logrado más de 400,000 $ de financiación para desarrollar el producto.

Sé que algunos de ustedes en la multitud están pensando, bueno, el dióxido de carbono es horrible, es un gas de efecto invernadero. Pero si nuestra bacteria no evoluciona para romper los ftalatos, habría usado algún otro tipo de fuente de carbono y la respiración aerobia habría llevado a tener como productos finales como el dióxido de carbono de todos modos.

En el proceso, en primer lugar se usa un disolvente sobre el plástico, después las enzimas catalizan la despolimerización de sus productos químicos de base, descomponiéndolo en compuestos más manejables.

Su objetivo es equipar estaciones móviles de limpieza con esta tecnología, por ejemplo buques flotantes para limpiar los mares, con 150,000 litros de biodigestores a bordo. La tripulación podrá cargar los tanques con poliestireno y esperar que los residuos se degraden. Su gran objetivo es conseguir que este proceso no dure más de 24 horas.

Wang y Yao han formado la empresa BioCellection. Quieren empezar las pruebas de campo lo más pronto posible, seguramente en China, para obtener una tecnología que se pueda comercializar en un par de años. Quieren mejorar la eficiencia del sistema para eliminar nueve gramos de plástico por litro de bacteria. De este modo, se pueden limpiar 150,000 litros con bacterias por unos 20,000 $.

Y no es algo para tomar a la ligera, la contaminación plástica es uno de los más graves problemas de nuestra sociedad actual. Nuestros mares y océanos mueren por su causa, los animales mueren por su causa, es un contaminante letal.

Fuente: http://ecoinventos.com/dos-jovenes-cientificas-hacen-desaparecer-el-plastico-con-bacterias/#more-36773