Soy ciclista y soy persona

¡Nuestra vida sobre ruedas es más fácil de lo que imaginas!

Por: Ecoosfera

Cada día al despedirme de mi familia y mis amistades estoy consciente que puede ser la última vez que les vea. Las cifras y la experiencia son la base de esa postura realista. Cada día hay un accidente vial en el que un o una ciclista sale afectada; pérdidas materiales, raspones, fracturas, traumas cráneo-encefálicos o la muerte, son escenarios posibles.

Las ciudades son de todas las personas que las habitamos. Todas queremos llegar a nuestros destinos, en tiempo; asumimos que nuestras preocupaciones y necesidades son las únicas que importan, ¿si no es así, entonces por qué navegamos la ciudad sin siquiera mirar a quienes están a nuestro lado? ¿Si no es así por qué ni siquiera notamos que hay más personas a nuestro alrededor?

Hay una confusión enorme, tanto de automovilistas, como de ciclistas y de peatones en cuanto a los comportamientos que deberían tener en las calles.

La problemática es amplia y arraigada en nuestras sociedades, no sabemos usar la calle: peatonas/es cruzando en cualquier punto, automovilistas superando el límite de velocidad y ciclistas circulando en sentido contrario. A ello sumamos la deficiente planeación por parte de autoridades, lo que acentúa el conflicto de la coexistencia urbana.

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Pero, dentro de esa gran problemática hay una especie altamente vulnerable: el o la ciclista. Nuestra vida peligra cada vez que decidimos subirnos a nuestra bicicleta y pedalear la ciudad. Muchas veces lo hacemos por un alto compromiso social: modificamos nuestros hábitos por el bien común, y otras lo hacemos porque la bicicleta significa libertad y felicidad.  Pero, es triste reconocer que hay personas conduciendo sin conocimiento, responsabilidad y educación.

Las ciclovías son altamente inseguras por el diseño o por conductores que no las respetan. Nuestro camino está plagado de puertas que se abren sin precaución, giros a la derecha o a la izquierda sin mirar por el espejo y sin direccionales; por andantes que se atraviesan porque no dimensionan que quienes corren más riesgo somos quienes vamos arriba de la bici, si un accidente sucediera.

Ni que decir de conductores iracundos que probablemente no leyeron el reglamento de tránsito y por ello tienen la falsa creencia de que el arroyo vehicular les pertenece, o quizá no saben descifrar el significado de la señalética (cuando la hay) y piensan que líneas verdes (como las de la imagen de abajo) son para dar un toque de frescura a su estacionamiento.

Para coexistir armónicamente en las ciudades, todas debemos hacer concesiones y todas debemos actuar con respeto. La convivencia segura entre peatona/es, automovilistas y ciclistas en la vía pública depende de los comportamientos que adoptemos consciente o inconscientemente. Además, es necesario que existan instrumentos legales y operativos cuyo objetivo es regular esa convivencia, ya que muchas veces el sentido común no es tan común como se necesitaría. Y por supuesto, una vez que esos instrumentos existen, su aplicación es imperativa.

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Pero mientras eso pasa, les dejo un par de consejos a quienes conducen automóviles:

  • Usa direccionales
  • Rebásanos con 1.5 m de distancia
  • Cuando te estaciones abre tu puerta una vez que hayas revisado que no estamos cerca de ti.
  • Pero, sobre todo, recuerda que ¡existimos!

Querides ciclistas, también un par de comentarios para ti:

  • Usa tu casco, siempre.
  • También usa luces y reflejantes
  • Y por amor a lo más sagrado ¡No circules en sentido contrario!

Y tú, mi peatona o peatón: no seas temeraria/o. Si te nos atraviesas, nuestra vida está en más riesgo que la tuya; hay muchísimos factores que dificultan nuestras maniobras.

Para concluir te comparto una duda existencial que últimamente no me deja dormir: ¿por qué es tan difícil soñar con una ciudad donde la movilidad sustentable sea una realidad, donde la coexistencia entre formas de vida sea armónica? ¡No queremos más muertes por accidentes viales! Quiero ser libre cuando monte una bicicleta, no una mártir. ¡No es posible que nuestra felicidad pueda costarnos la vida!

Fuente: www.ecoosfera.com

Dietas altas en grasas saturadas causan depresión (porque la grasa se va directo al cerebro)

La correlación obesidad-depresión es más compleja de lo que creíamos.

Por: Ecoosfera

El instante de placer que nos otorga la comida alta en grasas saturadas no se compara al tiempo que nos hace pasar deprimidos. Y no es sólo por el sentimiento de culpa que nos puede generar comer estos alimentos, sino porque la grasa realmente interrumpe el buen funcionamiento de partes clave de nuestro cerebro.

Ni siquiera se necesita estar pasado de peso para deprimirse como consecuencia de una mala alimentación.

Así lo comprobó un nuevo estudio publicado en Translationar Psychiatry. Según los investigadores de la University of California, una dieta alta en grasas saturadas interrumpe las tareas del hipotálamo, un importante centro emocional que regula, además, la ingesta de alimentos –el hambre y la saciedad–. Los científicos encargados de esta prueba encontraron que en ello reside la correlación obesidad-depresión, y no sólo en las consecuencias físicas que genera la obesidad.

Los investigadores realizaron pruebas en dos grupos de ratones durante 3 semanas. A uno se le alimentó con comida normal, y al otro con alimentos muy altos en grasas saturadas. Tres semanas después, los ratones que comieron más grasa saturada mostraron evidentes síntomas de depresión, los cuales fueron medidos en diversas pruebas hechas para constatar la efectividad de los antidepresivos. Los científicos descartaron que se tratara de una depresión causada por los pormenores físicos del sobrepeso, y que más bien tenía que ver con un cambio en el cerebro.

A través de análisis de laboratorio, los investigadores encontraron que la grasa saturada llega al cerebro y se acumula en la zona del hipotálamo, interrumpiendo las señales que esta zona manda al sistema nervioso central.

Para colmo, la grasa saturada es adictiva por una razón similar

El director del estudio, George Baillie, aseguró para New Atlas que es la primera vez que se observan los efectos directos de la grasa saturada sobre el cerebro. Pero la hipótesis que lo llevó a conducir el estudio no es nueva.

En 2013, un equipo de mexicanos del Grupo de Neurociencias de la Facultad de Medicina de la UNAM realizó una investigación titulada Inteligencia para la alimentación, alimentación para la inteligencia, en la que plantearon la necesidad de una Teoría de la Alimentación basada en los cambios que han sufrido las dietas a través de las épocas y cómo esto nos ha afectado genética y cerebralmente. Y es que, según estos expertos, la grasa saturada interrumpe también los procesos cognitivos que posibilita la corteza prefrontal, lo que afecta nuestra capacidad de escoger alimentos mejores para nosotros y nos hacen adictos a la comida chatarra.

Por eso, según plantearon estos científicos en su momento, es necesaria una psicoeducación sobre el funcionamiento de estas zonas del cerebro para que volvamos a aprender a comer. Y es que, además, comer compulsivamente –un mal de nuestra época– no es sólo por falta de voluntad, sino por el tipo de alimentos que ingerimos y que nos hacen adictos.

Así que, la próxima vez que quieras una comida alta en grasas saturadas, recuerda las graves repercusiones que, a mediano y largo plazo, puede tener sobre tu psique. Mejor opta por alimentos con grasas poliinsaturadas –como los presentes en esta dieta– para saciar tu antojo.

Fuente: www.ecoosfera.com

Las plantas, y los insectos en nuestra dieta salvarán el Planeta

Por: Ecoticias

La ganadería, la pérdida de la biodiversidad, la deforestación y, por supuesto, el cambio climático, son algunas de las causas más importantes de la degeneración de la tierra. Por ello, investigadores de la Universidad de Tufts de Boston (EEUU) han desarrollado un estudio en el que explican cómo las dietas a bese de plantas, el cultivo de insectos, la carne cultivada en laboratorios y los animales modificados genéticamente podrían ser soluciones para salvar el planeta.

En el estudio, publicado en ‘Fronteras en Sistemas alimentarios sostenibles’, los investigadores han asegurado que, debido a las preocupaciones ambientales, de salud pública y de bienestar animal asociadas con nuestro sistema ganadero actual, “es vital desarrollar métodos de producción de alimentos más sostenibles”. De este modo, el cultivo de insectos tiene un requerimiento de agua y espacio mucho más bajo, sin embargo, como era de esperar según han afirmado los investigadores, los bichos son más difíciles de comer para los consumidores.

Las plantas, y los insectos en nuestra dieta salvarán el Planeta

Asimismo, la carne cultivada en el laboratorio podría exprimir el ahorro de agua y espacio sin comprometer el sabor. Sin embargo, cultivar células de carne de vacuno, cerdo o pollo podría requerir aún más energía y recursos que la cría de ganado. Una solución, ha explicado la autora principal del estudio, Natalie Rubio, puede encontrarse en la intersección de todas estas opciones: carne de insecto cultivada en el laboratorio, alimentada con plantas y modificada genéticamente para tener el máximo de crecimiento, nutrición y sabor.

“En comparación con las células cultivadas de mamíferos, aves y otros vertebrados, los cultivos de células de insectos requieren menos recursos y menos control ambiental que consumen mucha energía, ya que tienen menores requerimientos de glucosa y pueden prosperar en un rango más amplio de temperatura, pH, oxígeno y condiciones de osmolaridad”, ha explicado Rubio. Además, las alteraciones necesarias para la producción a gran escala también son más fáciles de lograr con las células del insecto, que actualmente se utilizan para la biomanufactura de insecticidas, medicamentos y vacunas.

En la mayoría de los sistemas de cultivo de células musculares de mamíferos, las células deben fijarse en una sola capa a una superficie de crecimiento, lo que es complejo para aumentar la producción masiva de alimentos. Sin embargo, muchas células de insectos pueden crecer libremente flotando en una suspensión de medios de crecimiento para permitir la generación de células de alta densidad y costo-efectivas.

De este modo, el cultivo de insectos tiene un requerimiento de agua y espacio mucho más bajo, sin embargo, como era de esperar según han afirmado los investigadores, los bichos son más difíciles de comer para los consumidores.

La tecnología desarrollada para estimular el movimiento de tejido de insectos para la bio-robóticatambién podría aplicarse a la producción de alimentos, ya que puede requerirse una contracción regular para que el músculo de insecto cultivado desarrolle una textura “carnosa”. Un método particularmente eficiente es la ingeniería optogenética, mediante la cual las células se contraen en respuesta a la luz al introducir un nuevo gen, otra ventaja de las células de insecto, que aceptan modificaciones genéticas más fácilmente que otras células animales.

¿Cómo sabría la carne cultivada de insectos?

Sobre el sabor que tendrán estos alimentos la autora del estudio ha explicado que todavía se desconoce. “A pesar de este inmenso potencial, la carne cultivada de insectos no está lista para el consumo“, ha señalado la autora. La investigación está en curso para dominar dos procesos clave: el control del desarrollo de células de insectos en el músculo y la grasa, y la combinación de estos en cultivos 3D con una textura similar a la carne.

Para este último, ha asegurado la autora, “las esponjas hechas de quitosano (una fibra derivada de hongos que también está presente en el exoesqueleto de invertebrados), son una opción prometedora”. Además, los avances en el cultivo de células de insectos y la ingeniería de tejidos “pueden traducirse potencialmente en langosta, cangrejo y camarón, debido a la proximidad evolutiva de los insectos y crustáceos”, ha concluido Natalie Rubio.

Fuente: www.ecoticias.com

Un pantano escondía este árbol milenario de 2,600 años de edad

El ejemplar de ciprés calvo forma parte de una colonia de árboles de humedal que se cuenta entre las más longevas del mundo.

Por: Ecoosfera

La región del Río Negro en Carolina del Norte, Estados Unidos, es hogar de un ecosistema asombroso, en el cual se encuentran algunos de los árboles más antiguos de América del Norte. 

Recientemente, David Stahle, profesor de ciencias de la tierra en la Universidad de Arkansas, documentó uno de estos ejemplares de ciprés calvo (Taxodium distichum) de aproximadamente 2,624 años de edad. Stahle afirma que podría haber otros ejemplares de edad similar o incluso mayor. Sus resultados fueron publicados en el último número de la revista Environmental Research Communications.

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Río Negro, ciprés calvo

La zona del Río Negro ha sido una vía de transporte pluvial desde antes de la llegada de los colonizadores ingleses; las naciones indígenas que habitaban el territorio ya utilizaban el río como fuente de alimento y transporte.

Pero en los últimos siglos la deforestación, la urbanización y el aumento de las actividades ecoturísticas en la zona han colocado en una situación riesgosa a los cipreses calvos. Es por ello que los investigadores buscan crear conciencia sobre la fragilidad de este ecosistema, que podría aportar datos futuros sobre la información paleoclimática de la zona, esto es, del comportamiento del clima a lo largo del tiempo.

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Árboles ancestrales

El profesor Stahle se valió de técnicas avanzadas de dendrocronología (el estudio de la edad de los árboles) utilizando datación de radiocarbono para determinar la edad de muchos árboles del Río Negro. Stahle ha estudiado los árboles de la zona desde 1985, pero sólo recientemente se fijó en la asombrosa edad de estos pobladores. El investigador solamente ha datado 110 árboles de entre miles, por lo que no descarta que algunos ejemplares superen los 3,000 años de edad.

En particular, el árbol de 2,624 años sería el quinto árbol más antiguo del mundo, según el ranking actual. Existen organismos vegetales como Pando, nativo de Utah, formado por colonias de álamos que están unidas bajo tierra por una red de raíces de más de 80,000 años de edad.

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Los investigadores no descartan que existan ejemplares que sobrepasen los 3,000 años de edad

Sin embargo, entre los árboles individuales, el del Río Negro asombra por su capacidad de adaptarse al medio húmedo y es un mudo testigo que observa nuestra modernidad desde sus raíces acuáticas de 26 siglos, sumergidas en las aguas. 

Este descubrimiento llevó a que un terreno de casi 7 hectáreas fuera adquirido por un patronato de conservación ecológica para ayudar a proteger y conservar el ecosistema de la zona.

Fuente: www.ecoosfera.com

Lo mejor que una ciudad puede hacer aquí y ahora por su futuro: plantar árboles

Detrás de plantar una semilla, hay mucha más radicalidad de lo que creemos.

Por: Ecoosfera

Las ciudades son una suerte de antítesis de la naturaleza, pero eso no necesariamente tiene que ser así. Muchos hábitats urbanos están demostrando que es posible reconciliar a la ciudad con la naturaleza. Un ejemplo inspirador se encuentra en Copenhague, donde se ha cultivado una conciencia verde que ha transformado los hábitos de quienes habitan esta ciudad nórdica, y con ello todo su entorno.

Uno de los tantos cambios que se han operado en Copenhague fue el de hacer obligatorias las azoteas verdes. Esto asegura el aprovechamiento de un espacio que normalmente es desperdiciado, para generar aire más limpio. Pero no sólo esto: está comprobado que los espacios verdes generan felicidad y reducen el estrés. Por eso, esta ciudad también se propuso plantar 100,000 nuevos árboles para 2020, como reportó la BBC en 2015,

Plantar árboles debe convertirse en una política pública de toda ciudad comprometida con sus habitantes y con el medioambiente.

Medidas como las anteriores no son en absoluto descabelladas. Al contrario, porque no requieren grandes inversiones y tienen decenas de beneficios, tanto a corto como a largo plazo.

Y es que no podemos olvidar que en hacer nuestras ciudades más verdes y sustentables nos estamos jugando también el futuro. No sólo porque los árboles ayudan a absorber decenas de kilos de CO2, ni porque por cada 10% de incremento en densidad arbórea se reduce entre 3 y 7% de ozono, según Smart Cities Dive –lo que nos provee de aire más limpio–. Y ni siquiera porque una mayor cantidad de árboles y plantas nativas puede salvar a los insectos polinizadores de la extinción.

Sumado a todo ello, lo más importante de plantar árboles en una ciudad radica, en realidad, en que así podemos cerrar la brecha entre nosotros y la naturaleza.

Es una cuestión casi filosófica que involucra el modelado de la conciencia colectiva, tanto para vivir mejor en el aquí y el ahora como para planear el futuro que queremos. Plantar más árboles, tener una ciudad más verde, es sólo el primer paso hacia sociedades más sustentables y resilientes, cuyos habitantes entenderán la radicalidad que hay detrás del simple acto de plantar una semilla. Porque si no empezamos por ahí, quizá nos quedaremos dando vueltas en círculos en lo que concierne a las políticas medioambientales, que por sí solas no pueden hacer el cambio. Un verdadero cambio requiere de una sinergia colectiva que el acto de plantar árboles puede empezar a operar.

Fuente: www.ecoosfera.com

¡FICMA llega a México!

El Gobierno de Guanajuato a través de la Secretaría de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial (SMAOT), la Secretaría de Turismo y el Festival Internacional de Cine del Medio Ambiente (FICMA), presentaron el Festival Internacional del Cine del Medio Ambiente.

La primera edición del Festival Internacional de Cine del Medio Ambiente (FICMA), se celebró en 1993 en Barcelona, por lo que es el festival internacional ambiental con más años de trayectoria a nivel mundial y hoy llega a México.

El Festival Internacional de Cine del Medio Ambiente FICMA MX, se celebrará del 4 al 9 de junio en las 3 ciudades sedes: GUANAJUATO, LEÓN y SAN MIGUEL DE ALLENDE y la inauguración tendrá lugar el 4 de junio, en vísperas del “Día Mundial del Medio Ambiente” en el Teatro Juárez de Guanajuato.


La Ceremonia de Premiación con la entrega del máximo galardón del Festival, el Sol de Oro al Mejor Documental, tendrá lugar el sábado 8 en la ciudad de León con la proyección del ESTRENO del documental de National Geographic, dirigido por Richard Ladkani y producido por Leonardo Di Caprio “Mar de Sombras” (Sea of Shadows) 

El día de hoy se llevó a cabo en la Ciudad de México la rueda de prensa dirigida por la Lic. María Isabel Ortíz Mantilla, Secretaria de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial y se contó con la presencia de la Lic. Teresa Matamoros Montes,Secretaria de Turismo del Estado de Guanajuato.

En la rueda de prensa la Lic. María Isabel Ortíz MAntilla nos platicó que recibieron 299 películas que estarán participando en el festival y que ya tienen las 3 finalistas que estarán recibiendo el sol de oro; a lo largo del festival se proyectarán 3 estrenos nacionales:

  • “Mar de sombras”, producida por Leonardo Di Caprio
  • “La verdad sobre la vaquita marina”, producida por el productor mexicano Arturo Islas (que estará presente en el propio festival).
  • “2030 podría ser el fin de la humanidad”  (agregó: lo digo así de dramático porque queremos que hagamos una reflexión sobre el tema).

Además comentó:
-“Nuestro Gobernador el 12 de febrero presento un manifiesto que plantea las líneas estratégicas para la política ambiental del estado, y una de estas líneas estratégicas es más educación ambiental ¿Y qué tiene que ver esto con el festival del cine? Nos queda muy claro, el cine al final es una herramienta sensorial que no solamente muestra, sino que sensibiliza, que no solamente nos va a ir envolviendo, sino que al final queremos que todos los asistentes salgan comprometidos actuar por el planeta”.

Terminó diciendo que:

-“Es fundamental que aquí estemos vinculando la parte cultural con la parte medio ambiental, tenemos muy claro que somos el destino cultural de México, pero también queremos mostrar hacia el resto del planeta cómo estamos trabajando y haciendo acciones en bien al medio ambiente”.

Costa Rica tiene el doble de bosques que hace 30 años, ¿cómo lo hicieron? ??

Un inspirador ejemplo de que la reforestación, bien hecha, sí funciona.

Por: Ecoosfera

La reforestación no requiere sólo de buenas intenciones, sino de acciones planeadas y bien ejecutadas. Y es que los bosques –y los habitantes que los constituyen, los árboles– son seres de inmensa complejidad, que necesitan condiciones muy específicas para sobrevivir.

No obstante, la reforestación masiva es posible, y Costa Rica es un inspirador ejemplo de ello.

Este país caribeño cuenta, hoy en día, con el doble de bosques de los que tenía en la década de los años 90 del siglo pasado. Como indica la United Nations University, en 1940 Costa Rica tenía un 75% de bosques tropicales, en áreas usualmente habitadas por indígenas, pero en las décadas subsecuentes todo desapareció. Diversas actividades agrícolas y la obtención desmedida de recursos naturales provocaron que para 1983, sólo el 26% del territorio contara aún con bosques.

Pero Costa Rica está en camino a recuperar todos los bosques perdidos.

Esta es la mayor recuperación de ecosistemas boscosos que jamás haya tenido otro país. ¿Cómo lo hicieron? Empezaron por proteger estos ecosistemas de la deforestación, actividad cuya tasa decreció hasta llegar a cero en 1998. Esto fue posible a través de mecanismos de recompensa para quienes brindan servicios ambientales, lo que además ha reducido la pobreza en áreas rurales y ha fortalecido a las comunidades indígenas.

El éxito de Costa Rica se debe a tres factores: ética, ambientalismo y políticas públicas efectivas. Tres factores que muchos gobiernos deberían adoptar como ejes centrales de toda planeación, ya que como atinadamente ha dicho el presidente de Costa Rica, Carlos Alvarado, el cuidado del medioambiente es “la gran tarea de nuestra generación”.

En Costa Rica se tiene claro que la única manera de sostener un país es volviéndolo sustentable. La economía de este país gira ahora en torno a la conservación de los ecosistemas y la lucha contra el cambio climático, lo que lo ha llevado a generar toda su energía a partir de fuentes renovables, entre otras acciones que hacen ver que un futuro compartido con un medioambiente sano es posible. 

Fuente: www.ecoosfera.com

Menos diversidad, más desconcierto ambiental

Ante la pérdida de la biodiversidad cualquier acción, por más pequeña que sea, puede generar un cambio.

Por: Eco Maxei

La alarmante noticia que recibimos hace unos días sobre aquellas especies que han desaparecido debido a diferentes factores como el cambio climático o el tráfico ilegal de animales o plantas exóticas, ha hecho que muchas organizaciones sin fines de lucro e incluso activistas ambientales alcen su voz en contra de la extinción de estas especies que son importantes para nuestra existencia.

Por ejemplo, el oso de anteojos es una especie de oso andino que habita en la cordillera de los Andes y su función principal es esparcir las semillas del frailejón en los ecosistemas de páramo. Este método de polinización es muy importante para las personas que habitan cerca de estos ecosistemas, ya que de allí obtienen agua dulce para subsanar sus necesidades básicas diarias.

Es por esta razón que la biodiversidad ha jugado un papel importante en todo el mundo. Ya sea con la creación de áreas protegidas o con la formulación de estrategias para conservar aquellas áreas que son catalogadas como ecosistemas estratégicos, se busca garantizar una armonía entre el ser humano y la naturaleza. Pero el principio 1 de la Declaración de Río no ve el vivir en armonía como un requisito, sino como un derecho:

Los seres humanos (…) tienen derecho a una vida saludable y productiva en armonía con la naturaleza.

Esto significa que la humanidad no ha “sido capaz de verse a sí misma como una parte integral de la Naturaleza”. Por lo que nuestra supervivencia “depende de elecciones sabias sobre cómo coexistir con la Madre Tierra”.

En otras palabras, ecosistemas como el bosque húmedo del Amazonas, el desierto del Sahara o los humedales RAMSAR, están conectados entre sí debido a que las sinergias naturales como las fuertes lluvias, sequías, terremotos, ciclones y demás fenómenos naturales, se regulan entre sí cuando los ecosistemas están en equilibrio. Sin embargo, esta conexión no es sólo entre la misma biodiversidad, sino que el ser humano ha generado una conexión con la naturaleza, ya que de ella obtenemos una gran variedad de servicios ecosistémicos, como materia prima para la producción de alimentos o medicamentos.

Pero desafortunadamente no logramos visualizar esta conexión y su importancia, ya que cada generación ha sido educada de una manera diferente y como consecuencia, actuamos de maneras diferentes. Pero no se trata de juzgar acciones sino de entender la incidencia que tienen nuestras decisiones para reducir nuestro impacto ambiental. Es por esto que todavía hay esperanza. Gracias al compromiso de la sociedad civil por hacer algo, se han podido crear espacios de participación ciudadana en donde diferentes actores no estatales debaten sobre la importancia de incluir a los jóvenes, comunidades indígenas, campesinos y afrodescendientes, entre otros, en la toma de decisiones para garantizar de esta manera una sostenibilidad ambiental real, que abarque todas las necesidades y puntos de vista de la sociedad.

Para finalizar, los invito a evaluar sus convicciones ambientales y de manera honesta tomar una decisión, no hay respuestas verdaderas o erróneas. Simplemente, pensemos en las consecuencias de nuestras acciones y la manera como éstas han afectado a la biodiversidad. De igual forma, los invito a ser parte de grupos ambientales y realizar trabajo de voluntariado para replicar así las buenas acciones, que sin importar cuán pequeñas sean, siempre van a generar un gran cambio

Fuente: www.ecoosfera.com

En esta villa todas las casas están hechas de botellas de plástico

Seguramente no dudarías ni un segundo en vivir en este encantador pueblo lleno de conciencia.

Por: Ecoosfera

El plástico está en todo: incluso en lo que comemos. Así de feo como es, este material ha logrado conquistar todo el mundo y nos ha vuelto sumamente dependientes a él. Y todo ello pese a que una vida sin plástico es totalmente posible –y totalmente deseable–.

Lo peor de todo es que el plástico es sumamente difícil de reciclar. Pero la creatividad no tiene límites. Así lo demostró el empresario canadiense Robert Bezeau, quien puso los primeros cimientos –plásticos– de la Plastic Bottle Village, en Bocas del Toro, Panamá.

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Es en esta isla donde Bezeau ha construido decenas de estructuras con botellas de plástico en lugar de ladrillos. Su objetivo no es sólo demostrar que algo se puede hacer con toda la basura plástica que ya hay, sino hacer conciencia sobre la urgencia de que se generen más y mejores propuestas para reciclarla.

El resultado de su proyecto es inspirador. Y no podrás creer lo hermosos que son los terruños que este empresario ha creado a partir de horrendas botellas de plástico.Incluso erigió una “cárcel”, donde metafóricamente se encerraría a todos los que cometen daños al planeta. Aunque por ahora sólo sirve para generar conciencia sobre el problema de la contaminación plástica, al igual que el museo al interior de esta insólita villa. 

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Fuente: www.ecoosfera.com

El planeta se enfrenta al colapso ecológico

Por: Ecoticias

El IPBES publica la evaluación científica más exhaustiva sobre la situación actual de la biodiversidad y los ecosistemas. Los científicos alertan sobre la necesidad de emprender acciones radicales para cambiar el sistema socioeconómico o, de lo contrario, la humanidad tendrá que enfrentarse al colapso ecológico y la extinción masiva de especies.

La Plataforma Intergubernamental, Científica y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) ha presentado la investigación científica más completa y rigurosa sobre los ecosistemas, hecha hasta la fecha, tras la reunión de expertos de la ONU que culminaba hoy en París. El IPBES señala las principales causas de la crisis ambiental mundial, así como los agentes implicados en la misma, y reclama cambios urgentes en el sistema.

El planeta se enfrenta al colapso ecológico

El informe muestra de forma categórica el estado deplorable en el que se encuentran los ecosistemas, y apunta a la actividad humana como la causa principal de las alteraciones de la naturaleza en gran parte del mundo. Sin lugar a dudas, hoy hay más especies en peligro de extinción, más de un millón, que en ningún otro momento de la historia humana.

El informe presenta argumentos convincentes a favor de la necesidad de un “cambio transformador” de las estructuras financieras, sociales y económicas a nivel mundial. A su vez, señala acertadamente a los principales sectores responsables de la devastación actual: la ganadería, agricultura y pesca industriales, las grandes infraestructuras, la minería, la extracción de combustibles, la tala, las plantaciones y la biomasa a gran escala, junto con el crecimiento “ilimitado” y el consumo exacerbado. Un modelo basado en el beneficio de unos pocos, mientras multiplica la pobreza, los conflictos y el deterioro ambiental para la mayoría de la población.

Lamentablemente, a pesar de sus fortalezas, el informe no ahonda lo suficiente poniendo nombre y apellidos a los culpables de la crisis social y ambiental. El informe es audaz e implacable cuando describe los agentes responsables del colapso de la biodiversidad, pero para enfrentar a esos agentes tenemos que nombrarlos y confrontar a los actores y estructuras de poder que los sostienen, especialmente las multinacionales que lo alimentan. Hay evidencias abrumadoras de su papel central en la destrucción del medioambiente, los derechos de la gente y la democracia.

La Plataforma Intergubernamental, Científica y Política sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES) ha presentado la investigación científica más completa y rigurosa sobre los ecosistemas.

En la evaluación se señala acertadamente a la ganadería y agricultura a gran escala como unas de los principales culpables del deterioro socioambiental. Sin embargo no reconoce que el sistema agroalimentario, totalmente inviable social y ecológicamente, ni siquiera es capaz de alimentar a la población, mientras destruye el mundo y provoca incontables conflictos sociales. Y es que la ganadería industrial, que emplea un 80% de los terrenos agrícolas para alimentar al ganado, es también responsable de la deforestación del 70% del Amazonas.

La plataforma de científicos confirma el papel clave que desempeña la agroecología en la transformación de los sistemas alimentarios, pero no profundiza detallando que ese cambio implica también un traspaso de control de unas pocas empresas a manos campesinas. La agroecología exige transformaciones sociales, ecológicas, económicas y culturales que rompen con el control que ejercen ahora mismo las multinacionales del sector. Esto implica rechazar las falsas soluciones como la “intensificación sostenible”, que incluye cultivos transgénicos y su paquete de pesticidas y fertilizantes.

Los pueblos indígenas y las comunidades locales son reconocidos como ejemplos a seguir en la protección de la biodiversidad. “La conservación comunitaria ha demostrado ser igualmente o más eficaz para evitar la pérdida de hábitat que las áreas protegidas formalmente establecidas, y los pueblos indígenas y las comunidades locales han probado claramente que juegan un papel positivo de neutralización de la deforestación”. La publicación también recoge y confirma que al menos 1.000 personas fueron asesinadas defendiendo sus territorios entre 2002 y 2013.

Recibimos con agrado el hecho que este informe es el primero de su tipo que hace énfasis en problemas estructurales, que examina sistemáticamente e incluye los conocimientos, temas y prioridades de los pueblos indígenas y las comunidades locales, a la vez que reclama cambios radicales. Cambiar nuestro sistema es lo único que puede evitar el colapso ecológico. Esto sólo puede lograrse descentralizando las actividades socioeconómicas, incluida la agroecología, la pesca a pequeña escala y la energía comunitaria. En particular, los Pueblos Indígenas y las comunidades locales deben gozar de soberanía para gestionar sus territorios, incluso declarar sus territorios libres de proyectos extractivistas.

Desde Amigos de la Tierra defenderemos activamente estos postulados en el proceso posterior a 2020, que definirá las políticas en materia de biodiversidad para la próxima década en el seno del Convenio sobre la Diversidad Biológica, la CMNUCC y el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU.

Fuente: www.ecoticias.com