Con el comienzo de cada nuevo año me gusta hacer balance del año anterior, incluso echar la vista atrás y mirar el camino recorrido. El nuestro está lleno de nuestras vivencias con nuestros huertos como lo podrán imaginar y veo cómo nos ha cambiado la vida desde que hace 6 años sembramos la primera semilla en nuestro balcón. Esta mirada me ha hecho darme cuenta que tener un huerto es algo más que cultivar hortalizas en unas macetas o en un espacio de tierra y de eso va este post.
Tan importante como nuestros trabajos esos que nos dan de comer y tan importante como nuestros hobbies esos que nos relajan y nos quitan el estrés, son las personas que nos rodean, nuestra pareja, nuestra familia, nuestros amigos y por qué no también nuestros vecinos, compañeros de trabajo y los que nos venden el pan en la panadería.
Durante las vacaciones fuera de las prisas de cada día, se empieza a vislumbrar que hay algo más allá del horario apretado de todos los días y que nos agobia, todos lo sabemos pero lo recordamos muy pocas veces y eso que se esconde al fondo del baúl son las personas que nos rodean.
La individualidad que nos rodea no es saludable, el pasotismo ante lo que le sucede al vecino es muy preocupante. Pero seguro que se están preguntando ¿y a qué viene todo esto si este blog habla de huertos?
Muy sencillo, cuando nosotros empezamos a cultivar nuestro pequeño huerto urbano éramos como una isla en medio de un océano inmenso porque a nuestro alrededor nadie cultivaba en casa. Pero al cabo de los años nos hemos dado cuenta que esto de cultivar unos tomates y unas lechugas en macetas puede ser un factor de socialización y aunque suene grandilocuente nos vuelve más humanos.
Un huerto puede ser un factor de cohesión y socialización, un punto de encuentro por ejemplo para una comunidad de vecinos. Si tienen una terraza en la comunidad de vecinos ¿Por qué no plantear la posibilidad de cultivar entre todos un huerto urbano? Puede ser muy divertido cultivar entre varias personas, sobre todo si hay niños porque disfrutarán muchísimo, se comparten las tareas, se comparte la cosecha y se comparte la ilusión y además le damos vida a tantas terrazas de edificios que están infrautilizadas y son espacios idóneos para cultivar.
¿Y por qué no crear un huerto urbano en una empresa? Seguro que muchas fábricas y oficinas tienen espacios soleados y olvidados que serían un lugar perfecto para un huerto relajante y desestresante. Unos minutos dedicados al día a cuidar ese huerto sería de lo más estimulante para muchos trabajadores. Yo solo le veo beneficios.
Pero de lo que todos hemos oído hablar son de los huertos comunitarios de nuestras ciudades, huertos en los que varios vecinos de un barrio deciden reutilizar espacios y solares en desuso y dar una nueva vida a su barrio y a la vez a sus vecinos, porque estos espacios se convierten en centros de actividades, de reunión y celebraciones vecinales. En grandes ciudades como Londres, Nueva York, Berlín y por supuesto Madrid y Barcelona existe una gran red de huertos comunitarios. En estos espacios se consiguen crear lazos entre todos los que participan, porque un mismo objetivo une y nos acaba haciendo más humanos, y nos acaba convirtiendo en mejores personas…
Fuente: http://elbalconverde.com/2015/01/el-huerto-no-es-solo-cultivar.html#more-6117