¿Cómo sucede esto?
Si algo nos distingue como sociedad en la actualidad es la cultura del “usa y tira”. Y el material que más ha incentivado dicho estilo de vida consumista quizá sea el plástico, del cual nos hemos vuelto dependientes crónicos. Esto lo ha vuelto un material omnipresente, al grado de que se encuentra incluso en nuestras heces.
Te preguntarás, ¿cómo es que llega ahí? Bueno, eso es porque estamos comiendo plástico. Literalmente.
En todo el mundo, la persona promedio está ingiriendo aproximadamente 5 gramos de plástico cada semana, lo que equivale al peso de una tarjeta de crédito, según investigadores australianos de la Universidad de Newcastle, comisionados por el World Wildlife Fund para estudiar las repercusiones actuales del plástico en el organismo humano.
El plástico está contaminando el aire que respiramos, el agua que bebemos y la comida que comemos.
Según el estudio “Assessing Plastic Ingestion from Nature to People”, cada semana comemos todo ese plástico a causa de los llamados microplásticos, los cuales se ha demostrado que contaminan el agua que bebemos, pues se desprenden de las botellas desechables. Pero en general, los microplásticos se encuentran ya en todo el ambiente –incluso en las montañas–. Esto quiere decir que también los estamos ingiriendo por vía de la respiración.
Cada semana, una persona puede consumir
hasta 1,769 partículas de plástico… sólo del agua que bebe.
Aunque el estudio no es concluyente, abre una veta de investigación importante. Lo que es un hecho es que estamos ingiriendo plástico. ¿Cuánto? Esto, como el estudio sugiere, depende de cada estilo de vida, del lugar que habitamos y del tipo de actividades que realizamos, entre otras cosas. No obstante, cualquier cantidad ingerida de plástico ya es alarmante, pues este material es tóxico y puede llegar a interferir con procesos del organismo tales como la respiración o la digestión.
El verdadero problema es que ni siquiera el reciclaje nos salva de las consecuencias de los microplásticos ya que, como se ha comprobado, todos los procesos para reciclar los plásticos –incluso aquellos biodegradables– dejan una estela de microplásticos a su paso. Por eso, lo más importante es dejar nuestra adicción a los plásticos y cambiar nuestro chip del “usa y tira” por uno de “usa y reutiliza”. Eso, por supuesto, si queremos evitar todos los males que provoca el plástico, tanto a los organismos más grandes –como la Tierra– como a los más pequeños –nuestros cuerpos–.
Fuente: www.ecoosfera.com