Conocerse a uno mismo es la única vía para no dejarse gobernar por el exterior (y sus intentos de frustrarnos).
Por: Ecoosfera
La frustración florece cuando nos sentimos atados a algo que no responde a nuestras necesidades, y más aún cuando ese algo sale mal. Pero ante todo, se trata de una emoción que surge cuando nos dejamos dominar por acontecimientos externos,sobre los cuáles no tenemos completo control –como quisiéramos–.
Por eso, no hay nada más importante que cultivar la calma y la paz constantemente, de manera que ésta florezca en momentos de frustración y podamos navegar sobre tablas de resistencia las oleadas de aquello que no podemos controlar.
Sawaki Kodo fue un itinerante conocedor y divulgador del zen japonés que, si algo sabía, era cómo deshacerse de las cadenas del mundo material. Entre sus enseñanzas están las recolectadas en los extractos de The Dharma of “homless Kôdô”. Ahí podemos hallar algunas pistas sobre cómo eliminar los pensamientos obsesivos que nos hacen presa de la frustración, empezando por la necesidad primigenia que para ello tiene el “regresar a uno mismo”.
Sawaki Kodo nos dice por ello:
Siéntate firme en el lugar, más allá de toda pregunta acerca de si eres grande o no.
¿Te imaginas poder valorar tu presente más allá de estar pensando que tan grande eres según los estándares? Eso es lo que proponía este maestro, para quien sólo así las circunstancias se convertían en algo más que una mala excusa para nuestros fracasos. Así que, cuando estés frustrado frente a tu computadora, frente a algún trabajo o frente a alguien, sólo respira el momento y afírmate en el autoconocimiento.
Otra cuestión importante a tomar en cuenta fluye de la mano con esta constante introspección, y es la de saber que podemos trascender las circunstancias.
Actualmente, los jóvenes mafiosos y rufianes suelen decir, “mis circunstancias eran malas”, como una excusa para cuando cometen un crimen por el cuál son arrestados. ¿Qué clase de circunstancias son buenas o malas? Que pena que, incluso si eres un ser humano, no estás consciente de tu verdadero ser. ¡Esa sí que es una mala circunstancia!
No existen recetas mágicas para vivir una vida feliz y sin frustración. La única manera de transitar la vida, siguiendo las enseñanzas del maestro Kodo, es cultivando el interior, la calma, y sabiendo siempre que la existencia se basa en contradicciones que nadie puede explicar. ¿De qué sirve, entonces, frustrarse? De nada. Pero es parte del camino. La pregunta es: ¿Podemos evitar frustrarnos? No. Sólo podemos cultivar la paz para evitar que nos gobierne el desasosiego que traen consigo algunos momentos.
En el libro Kodo Ancient Ways, de Kensho Furuya, encontramos una última pista sobre la importancia de evitar a toda costa que todo gire a nuestro alrededor, como única forma de evitar la frustración. Se trata de algo que Sawaki Kodo decía con regularidad:
La mitad de lo que la gente hace en su vida no tiene sentido y es un derroche.
Podrá parecer una perspectiva negativa o desalentadora. Pero sólo así el maestro podía llegar al punto que quería. Y es demostrar que, aquello de que todo depende de nuestro esfuerzo personal, y que mientras más nos esforcemos mejores seremos, no es una ley de vida. De no estar al tanto de ello, la frustración será inminente y constante.
A fin de cuentas, diría el maestro Kodo, todos nacemos desnudos. Por más nombres, ropas e insignias que nos pongan, y por más papeles y documentos que acrediten nuestra existencia, lo cierto es que seguiremos así: desnudos. Viendo la vida con esa simplicidad es indudable que la frustración –y otros sentimientos parecidos, como la ansiedad– no es sino una nube pasajera a la cual tenemos que aprender a mirar sin miedo ni despecho, ni mucho menos enojo.
¿Y cómo cultivar la calma? Kodo lo explica en un hermoso y simple poema, Zazen poem. Aquí un fragmento:
Practicando el zazen calmadamente en el dojo
Haciendo a un lado los pensamientos negativos
Obteniendo nada sino una mente sin deseo
Esta dicha está más allá del paraíso.
Fuente: www.ecoosfera.com