Destinado a oxidarse y hundirse como tantos barcos antes que él, el SS Ayrfield cobró vida súbitamente, creciendo un bosque en su interior.
Por: Ecoosfera
En la bahía australiana de Homebush Bay, destinada a ser un cementerio para los barcos fuera de servicio, el SS Ayrfield se convirtió en un auténtico bosque flotante. Los evidentes signos de oxidación del barco solamente sirven como contraste para hacer más imponente la verde vegetación que desborda su cubierta.
La nave de 1,140 toneladas de acero sólido y más de 100 años de edad se ha llenado de árboles de manglar, brindando un espectáculo inesperado e irrepetible para los turistas.
El carbonero flotó por primera vez entre 1911 y 1912 en Sidney, antes de cambiar de giro y servir para llevar provisiones a los soldados estadounidenses en la región del Pacífico durante la segunda guerra mundial.
Otros barcos también flotan en Homebush Bay, pero extrañamente ninguno de sus cuerpos metálicos se ha llenado de vegetación de esta manera tan extraordinaria, la cual evoca una suerte de renacimiento de una máquina de guerra devenida manglar de hierro.
Fuente: www.ecoosfera.com