Siempre que luchamos contra la hipertensión, los dietistas reducen mucho el consumo de sal en las comidas, de tres a seis gramos de sal al día es la cantidad óptima para la salud. Es una especie de medida preventiva habitual.
Bien, pues un nuevo estudio estadounidense acaba de desmentir este remedio y apunta directamente hacia el azúcar en este problema, en concreto a la fructosa. Se trata de un estudio que ha sido publicado en la revista Open Heart.
El azúcar de mesa (sacarosa) es un disacárido que está compuesto por dos monosacáridos: glucosa y fructosa. La sacarosa es ingrediente común en los alimentos procesados. Pero es otro edulcorante, el sirope de maíz (fructosa) el edulcorante más utilizado en los alimentos procesados, sobre todo está en las bebidas de frutas y en los refrescos.
La investigación ha demostrado que un alto consumo de azúcar aumentaba significativamente la tensión sistólica y la presión arterial diastólica en ensayos de 8 semanas o de más duración. Aquellas personas que consumen el 25% o más de calorías de azúcar tienen aproximadamente tres veces mayor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular. La investigación va más allá y asegura que incluso moderadas de azúcar en cortos períodos de tiempo pueden llegar a causar daños.
El consumo excesivo de fructosa provoca que suba la frecuencia cardíaca, el gasto cardíaco, la retención renal de sodio y la resistencia vascular. Todos ellos pueden hacer que se eleve la presión arterial y aumentar la demanda de oxígeno del miocardio.
Hay que añadir además que la ingesta de azúcares de origen natural, como los de las frutas, no solo no es perjudicial sino que es beneficioso para el organismo.