Knorr y WWF quieren diversificar el consumo alimenticio del ser humano, además de frenar el impacto ambiental
Por: Edna Odette González
PARIS, Francia.- En busca de promover una alimentación más diversa y saludable, la marca de alimentos Knorr, en alianza con el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y expertos en nutrición, agricultura y sustentabilidad lanzaron el informe Los 50 Alimentos del Futuro, una serie de cultivos seleccionados debido a su valor nutrimental, accesibilidad, sabor y bajo impacto ambiental.
Actualmente, el 75% del consumo humano proviene
solamente de 12 plantas y cinco especies animales, situación que tiene un
fuerte impacto ambiental.
En México tenemos
Jícama, nopales y amaranto
La jícama, el amaranto, los nopales, la linaza, el ajonjolí,
destacan entre 17 de los 50 cultivos en México. Esta iniciativa busca
fomentar en las personas el consumo de alimentos que beneficien su salud y al
planeta y propone una preparación de platillos basándose en cuatro principios:
Más vegetales, más color, menos desperdicios y más de lo
bueno, es decir menos sal, azúcar y grasas dañinas.
Aquí te compartimos la lista completa de los 50
alimentos del futuro
Nos encanta movernos en coche. Así lo refleja un sondeo de la Fundación PONS sobre los españoles ante la nueva movilidad de 2018, en la que el 71 % de los encuestados escogió el automóvil como su principal modo de transporte para acudir al trabajo y el 52 % lo nombró como alternativa favorita a su medio de movilidad habitual.
Por: ecoticias
Aunque se empiezan a observar nuevas tendencias como el ‘carsharing’, el uso de la bicicleta o los vehículos de movilidad personal, el vehículo privado motorizado, continúa encabezando la lista de medios usados en España para trasladarse de la vivienda a la oficina. Como indican los datos del Observatorio de Movilidad Metropolitana (OMM), más de 60 % de los trabajadores de 22 áreas españolas decide subirse al coche y moto cada mañana. Esta pasión por el motor ha hecho de nuestras ciudades grandes paisajes de asfalto congestionados por un tráfico constante.
Tanto la OMS como la Comisión Europea consideran ya que el transporte urbano y su impacto en la salud suponen un problema de primer orden mundial. Nuestro país ha sido señalado en numerosas ocasiones por seguir vulnerando los límites de contaminación durante los últimos años, pero se nos ha dado una última oportunidad para tomar las decisiones adecuadas y sufragar el daño causado por las emisiones.
Durante el último año, nos hemos dado por aludidos y algunas de nuestras ciudades han puesto en marcha ordenanzas algo más restrictivas para limitar el tráfico y gestionar los picos de contaminación. Sin embargo, resulta contradictorio que, mientras se comienzan a implementar estas nuevas políticas, no haya síntomas de de que la ciudadanía quiera superar la dependencia diaria del coche.
Teniendo a disposición alternativas más recomendadas como el transporte público o la bicicleta, ¿por qué nos seguimos aferrando al uso del automóvil a la hora de ir a trabajar?
Tanto la OMS como la Comisión Europea consideran ya que el transporte urbano y su impacto en la salud suponen un problema de primer orden mundial.
Una mala costumbre
“Cada día se compran más coches y quien compra uno no asume los costes reales que tiene su uso, por lo que, ya que lo tiene, se va a trabajar en él”, comenta a Sinc Carlos Cristóbal-Pinto, experto de la Asociación Profesional de Técnicos en Movilidad Urbana Sostenible. Efectivamente, pese a haber estado inmersos en una profunda crisis económica, las matriculaciones no han parado de subir desde 2013, según la DGT.
A su vez, la venta de alternativas eléctricas también se ha disparado. El Observatorio Europeo de Energías Alternativas revela que la flota total de turismos de combustible eléctrico incrementó en un 30 % solo entre 2017 y 2018. Aun así, los datos no son comparables a los obtenidos anualmente por el combustible, pues el coche eléctrico supone todavía una opción insatisfactoria para muchos y resulta inalcanzable para una parte importante de la población. Menor autonomía, precios más altos y falta de puntos de carga son algunas desventajas, según las respuestas recogidas por la Fundación PONS.
Ahora bien, priorizar el transporte eléctrico en las ciudades sin duda conseguiría mejorar la calidad del aire, pero “no debemos ignorar que la contaminación generada por las baterías, el ruido y el rozamiento de los neumáticos, al igual que las congestiones, la ocupación del espacio público y los accidentes seguirían existiendo”, matiza Cristóbal-Pinto.
Del mismo modo, el protagonismo del transporte público aún está lejos de alcanzar los índices de popularidad del coche. Como indica el OMM, únicamente el 14 % de los trabajadores utiliza estos medios cada día para ir al trabajo. Según una encuesta del IDAE sobre hábitos y actitudes de los no usuarios habituales hacia el transporte público colectivo, tres millones de personas rechazan ir en metro o autobús por el bajo número de frecuencias, la lentitud del desplazamiento y el precio elevado del abono.
La mayoría de las distancias recorridas son de menos de cinco kilómetros, por lo que muchos de estos trayectos podrían hacerse a pie o en bicicleta. Así lo demostraron expertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y de su centro de Investigación del Transporte (TRANSyT), quienes determinaron en 2018 que entre un 30 y un 40 % de los viajes en automóvil podrían hacerse en bicicleta. ¿Y por qué esto no sucede? Seguridad personal, falta de aparcamientos adaptados y de carriles bici, así como la propia condición física fueron las respuestas que recibieron en las encuestas.
A pesar de la lista de argumentos que empujan a los trabajadores hacia el coche, Cristóbal-Pinto muestra una opinión contraria: “Cada día hay un transporte público de mayor calidad, de uso más fácil y con vehículos más accesibles” señala el experto, y añade que, en cuanto al ciudadano, “falta concienciación de los efectos negativos del coche y de los efectos positivos en su salud de moverse a pie o en bicicleta”.
Ciudades que asfixian
La evidencia ha demostrado que la contaminación atmosférica nos afecta incluso antes de nacer. “Se sabe que las embarazadas más expuestas tienen mayor probabilidad de un parto prematuro y de dar a luz a niños con bajo peso”, explica a Sinc la Bénédicte Jacquemin, que investiga los efectos de la polución en la salud en el ISGlobal. Acorde con Jacquemin, su compañera Natalie Mueller señala que “las personas más susceptibles de sufrir las consecuencias del aire contaminado son las de mayor y menor edad”.
Niños y ancianos padecen más enfermedades cardiovasculares y respiratorias, déficit en el desarrollo cognitivo y cánceres por culpa de los picos de contaminación y con mayor intensidad por culpa de una mala calidad del aire constante. El efecto es devastador y se refleja en la cifra de fallecimientos atribuidos, que asciende a un total de 44.154 muertes al año en España en 2015, según el último informe de calidad del aire en Europa.
Algo parecido ocurre con el ruido del tráfico. “Los niveles constantes de contaminación acústica se asocian con estrés, molestias, trastornos del sueño, alteraciones cognitivas y enfermedades cardiovasculares”, constata María Foraster, especialista en ruido y salud del ISGlobal. Según las estimaciones de su instituto, el ruido en las urbes es culpable de unas 72.000 hospitalizaciones y 16.600 muertes prematuras anuales en Europa.
Las tres investigadoras insisten en que gran parte de estos problemas se ven, además, agravados por la ausencia de espacios naturales y la falta de actividad física, ambos factores beneficiosos para la salud mental y física. “La cantidad de infraestructuras que precisa el tráfico –añade Mueller– no deja lugar a zonas verdes y azules (lagos, ríos y costas)”. Según la experta, la carga de enfermedad en las ciudades se debe principalmente a la relación que tenemos con el transporte y el trabajo, que ha dado lugar a un estilo de vida sedentario.
Naciones Unidas, ante la situación de alarma, comunicó hace unos meses el estado de alerta por alta contaminación en diversos centros urbanos. Advirtió de que se prevé que las ciudades sigan creciendo y, con ellas, las consecuencias de un sistema urbano y de transporte deficitarios. En definitiva, según resume a Sinc Isabel Marín, presidenta de la Sociedad Española de Sanidad Ambiental, “si lo que queremos es un futuro con ciudades más saludables, ha llegado el momento de tomar medidas efectivas para la reducción del tráfico”.
Salvemos las distancias
¿Quién debe hacerse responsable de dirigir al trabajador hacia un medio de transporte más sostenible: administraciones, empresas o individuos? Marín cree que “la decisión última recae sobre el ciudadano”. Sin embargo, varios de los expertos consultados coinciden en que, por desgracia, la buena voluntad individual no siempre se ve apoyada por el entorno. Un gran defecto de las recientes políticas ha sido separar los lugares de residencia de los parques empresariales, creando áreas dónde el espacio de tránsito del peatón se ha reducido al mínimo.
Cerca del 40 % de los centros profesionales se encuentran en un municipio distinto al de la vivienda de sus empleados, un porcentaje que es aún más alto para los habitantes de las áreas metropolitanas, según los datos de la última encuesta Movilia del Ministerio de Fomento.
Isabelle Anguelovski, investigadora en justicia ambiental urbana de la Universidad Autónoma de Barcelona, insiste en que se deberían tener más en cuenta fenómenos como la gentrificación. “Familias enteras –explica– no pueden acceder financieramente a la vivienda y se ven obligadas a vivir en el extrarradio, alejadas de los núcleos de trabajo”. La experta culpa de este problema a malas políticas y sugiere que estas áreas deberían estar apoyadas por un sistema de transporte público más denso.
La experta en urbanismo de la Escuela Superior de Arquitectura de la UPM Sonia De Gregorio coincide con Anguelovski en que se debería incentivar más el uso del transporte común y la bicicleta. Sin embargo, considera que “el camino hacia la sostenibilidad urbana es una ciudad de proximidad que localice a distancias razonables la residencia de los servicios”.
“El protagonismo que ha tenido el coche en las últimas décadas –añade– tanto en la planificación de la movilidad como su presencia en el espacio público, está siendo revisado en la mayor parte de las ciudades”.
Por ello, se han puesto en marcha iniciativas como el Plan A de la Ciudad de Madrid que priorizan la peatonalización de los centros urbanos e impone regulaciones más restrictivas al aparcamiento y protocolos frente a los picos de contaminación. El problema es que aun habiendo llevado a cabo estas medidas, pocas han resultado de gran calado en la tendencia del uso del automóvil para ir a trabajar.
El responsable de transportes del IDAE, Ángel Cediel, considera que esta falta de implicación se debe a que “no existe obligatoriedad ni alicientes para hacerlo en las empresas”. Sencillamente, se recomienda a las compañías tener un plan de movilidad al trabajo y un coordinador que gestione este eje a partir de los 400 empleados. El experto insiste en que parte de la responsabilidad recae sobre estas entidades, quienes no están dando el suficiente apoyo a los empleados para escoger el medio de transporte más sostenible a la hora de acudir a la oficina.
Aunque se empiezan a tener en cuenta propuestas como el teletrabajo, el incentivo al uso de la bicicleta y el coche compartido, esta realidad se reduce a una minoría. “Es un problema de desconocimiento”, señala Cristóbal-Pinto. “Ahora, son las administraciones las que tienen que liderar y, con el paso del tiempo, las empresas deberán integrar este aspecto en su responsabilidad social”.
El dilema de los patinetes eléctricos. ¿Por acera o asfalto?
La llegada de los patinetes eléctricos ha supuesto un desafío emergente en muchas ciudades, que no están adaptadas para su circulación. Según responde a Sinc Samir Awad Núñez, doctor ingeniero de caminos de la Universidad Europea, “la falta de espacios para el estacionamiento de este vehículo de tan reciente eclosión ha supuesto que invadieran las aceras, resultando una incomodidad para los peatones, especialmente para los más vulnerables como los invidentes y personas con movilidad reducida”. Este riesgo ha sido el motivo de su retirada en ciudades como Valencia y Madrid.
Ante la falta de regulación, lo suyo sería asimilar estos vehículos a los peatones cuando sean patinetes convencionales y a los ciclos cuando sean eléctricos. Esto se debe a que un patinete normal no es mucho más rápido que un peatón, pero uno eléctrico puede llegar a los 20 o 25 kilómetros por hora. Además, “circular a esa velocidad por la acera es también peligroso, pues el ángulo de visión en los cruces es peor que si circularan por la calzada”, explica.
Para el ingeniero, el patinete supone una ventaja si este hace cambiar a algún conductor su decisión de usar únicamente el coche. “Sin embargo, no sería tan sostenible si este captase trabajadores que antes realizaban el trayecto caminando o en bicicleta”, concluye.
Además, el costo ambiental de la producción de estas hamburguesas es, en promedio, 90% menor.
Por: Ecoosfera
Para muchos es imposible dejar de comer carne, por una poderosa razón: no se sienten satisfechos sin ella. Y es que está comprobado que la proteína es el elemento nutricional clave para sentirnos llenos; aunque más allá de la sensación de satisfacción, poco se sabe de los porqués físicos de estos efectos de la proteína en el organismo.
Lo cierto es que también podría haber mucho de psicológico en esa sensación, pues hace 50 o 100 años no se consumían las mismas cantidades de carne por persona que hoy se ingieren.
Ahora, un estudio comprobó que las hamburguesas veganas de tofu llenan más que las hamburguesas de carne, lo que hace aún más difícil saber cuáles son los factores decisivos que contribuyen a sentirnos satisfechos tras una comida.
Para el estudio, publicado en la revista Nutrients, los investigadores registraron las respuestas fisiológicas de un grupo de participantes que comieron ambos tipos de hamburguesa, una un día y la otra al día siguiente. El grupo estaba compuesto por 60 hombres: 20 de ellos sanos, 20 obesos y 20 con diabetes tipo 2.
Todos los participantes coincidieron: la hamburguesa vegana les satisfizo más que la hamburguesa de carne.
Los investigadores aún no saben el porqué de este efecto en los participantes, pero tienen una hipótesis: que las comidas veganas producen niveles más altos de hormonas gastrointestinales beneficiosas, mismas que están involucradas en la regulación del metabolismo de la glucosa, la homeostasis energética, la saciedad y el control del peso.
Esto nos hace pensar que, definitivamente, las dietas con poca proteína animal son el futuro de la humanidad. No sólo por estos beneficios a nuestro organismo, sino porque comer menos carne realmente salva al planeta. Y es que la producción intensiva de carne está detrás de la deforestación, la extinción de especies y una altísima emisión de gases de efecto invernadero.
El imperativo de comer carne no siempre estuvo ahí
De 1960 a 1990 el consumo anual de carne por persona aumentó 10 kilogramos, según una investigación coordinada por Andrés Barreda y Ana Esther Ceceña.
En el mismo período, el consumo anual de cereales por persona aumentó 31 kilogramos; sin embargo, hay que tomar en cuenta que los cereales han sido progresivamente ocupados para alimentar al ganado, y este tipo de estadísticas toman en cuenta ese “consumo indirecto”.
Además, el consumo no ha sido igual en todo el mundo: es en Occidente donde más se ha elevado el consumo de carne. Y esto no es casualidad, ya que esta tendencia fue exportada de Estados Unidos, pues fue en este país donde se vio el primer incremento en el consumo de carne durante la década de 1950, tras la comercialización de los frigoríficos que permitían congelar este alimento.
Pero antes de todos estos cambios estructurales, nuestros ancestros no comían tanta carne. En México, por ejemplo, la alimentación se basaba más en el consumo del maíz, el frijol y el chile, así como de semillas como el amaranto, la chía y el ajonjolí –que, por suerte, hoy forman parte de la canasta básica–. Incluso se tiene registro de que los aztecas producían y comían superalimentos como la espirulina.
¿Será que nuestros ancestros tenían otro metabolismo? ¿Necesitaban menos energía? ¿O la carne no es tan necesaria como nos han hecho creer?
A estas dudas habría que añadir que quizá los antiguos tenían otra concepción de la alimentación y –como Confucio enseñaba– preferían practicar el arte de la moderación, evitando la saciedad para eludir los excesos.
Una cosa es segura: queda mucho por hacer para evolucionar nuestra alimentación. Pero iremos por buen camino si comenzamos a optar colectivamente por los platillos veganos: más ricos, más sanos y más ecológicos. Para producir una hamburguesa vegana se utiliza 99% menos agua, se ocupa 93% menos territorio y se emiten 90% menos gases de efecto invernadero.
La popularidad de los alimentos veganos continúa creciendo. Y para muchos el mes de enero, tras el atracón de las navidades, es el momento de atreverse a introducir este tipo de productos en la dieta.
Las alternativas a la leche de vaca, como la leche de avena, de soya, de almendra y de coco son las más elegidas en Reino Unido, por ejemplo, donde las ventas de los productos de origen vegetal han aumentado considerablemente en los últimos años.
Un estudio científico sugiere que las emisiones de gases con efecto invernadero que se usan en la producción de leches de origen vegetal son menores que para la leche de origen animal.
Pero, ¿qué tipo de leche tiene un menor impacto para el planeta?
¿Animal o vegetal?
Según una investigación de la Universidad de Oxford, la producción de un vaso de leche de vaca genera casi tres veces más emisiones de gases de efecto invernadero que las leches de origen vegetal. En cuanto al uso del suelo, la diferencia es aún mayor.
Según este estudio, producir un vaso de leche de vaca todos los días durante un año requiere 650 metros cuadrados de terreno, el equivalente a dos canchas de tenis y 10 veces más de lo que necesita la producción de la misma cantidad de leche de avena.
La de almendras, por su parte, requiere de más agua que la producción de leche de soya o avena. Un solo vaso requiere de 74 litros de agua, más que lo que se usa en una ducha normal.
La leche de arroz también necesita, en comparación, más agua que otras alternativas veganas. Requiere de 54 litros de agua por vaso.
Pero es necesario señalar que tanto la leche de almendra como la de arroz aún necesitan menos agua que para producir un vaso normal de leche de vaca.
El cambio climático y los alimentos
La producción de alimentos es la causante de una cuarta parte de todas las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por el hombre, contribuyendo así al calentamiento global, según el estudio en el que se basa la calculadora, del doctor Joseph Poore, de la Universidad de Oxford.
La investigación encontró que la carne y otros productos animales eran responsables de la mayoría de las emisiones de gases de efecto invernaderorelacionadas con los alimentos, a pesar de proporcionar solo una quinta parte de las calorías consumidas.
La gente suele subestimar las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por los alimentos, y la leche de origen animal no es una excepción, según un estudio del doctor Adrian Camilleri, psicólogo de la Universidad de Tecnología de Sydney, Australia.
“Las emisiones de gases de efecto invernadero de la leche son aproximadamente 30 veces más altas de lo que la gente cree“, le dijo a la BBC.
“Sospecho que la mayoría de los consumidores desconocen las emisiones de gases de efecto invernadero que se ahorran al pasar de la leche láctea a la leche de origen vegetal, como la leche de soya”.
La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) ha alertado de que el tabaco es el causante de “un daño importante” sobre el medio ambiente, pero que los fumadores, los consumidores y los responsables de políticas ambientales no conocen este impacto. Así lo han hecho en un editorial, publicado en la revista ‘Archivos de Bronconeumología’, sobre el posicionamiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al tabaco y el medio ambiente.
“La OMS ha publicado un informe escalofriante sobre el cultivo, curado, producción, transporte y distribución, tabaco de tercera mano y cuarta mano”, ha indicado SEPAR. La planta del tabaco necesita grandes cantidades de productos químicos y reguladores del crecimiento, lo que resulta nocivo para el medio ambiente, empobrece el suelo y perjudica la salud de los granjeros locales de países subdesarrollados, subraya el editorial de SEPAR.
“Tanto el cultivo del tabaco como su curado se encuentran asociados a una agricultura destructiva para el medio ambiente en países pobres y en vías de desarrollo”, ha explicado el presidente de SEPAR, el doctor Carlos Andrés Jiménez Ruiz, uno de los firmantes del editorial.
“Aunque parezca que una plantación de tabaco reporta beneficios a los granjeros locales, en realidad se ha visto que las granjas dedicadas al cultivo del tabaco no son rentables y que la exposición mantenida a la planta del tabaco perjudica la salud de los granjeros, que acaban desarrollando la enfermedad del tabaco verde”, ha agregado el doctor Jiménez. La enfermedad se caracteriza por náuseas, vómitos, cefalea, debilidad muscular y vértigo.
El uso de pesticidas como el dicloro difenil tricloroetano y otros contaminantes orgánicos persistentes, que están prohibidos en países desarrollados, tienen efectos en la salud por exposición crónica, incluso en las personas que no cultivan directamente el tabaco. Destacan trastornos en el nacimiento, tumores, cambios genéticos, desórdenes endocrinos, sanguíneos, neurológicos y psiquiátricos, detalla el editorial.
“La OMS ha publicado un informe escalofriante sobre el cultivo, curado, producción, transporte y distribución, tabaco de tercera mano y cuarta mano”, ha indicado SEPAR.
El cultivo de tabaco también conduce a la deforestación. Ocurre porque los bosques son sustituidos por tabaco y para el curado de sus hojas. Se estima que se necesitan 11,4 toneladas métricas al año de bosque para el curado de las hojas de tabaco. Además, una vez producido este, aún se necesita más para el empaquetado y el papel de cada cigarrillo.
La deforestación, además, contribuye a un aumento de emisiones de CO2, el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la desertización y el aumento de la erosión del suelo, que disminuye su fertilidad y producción y que altera el ciclo del agua.
La manufactura y distribución del tabaco
La manufactura y la distribución del tabaco también son contaminantes para el medio ambiente. “La manufactura es el paso más contaminante para el medio ambiente en la producción del tabaco porque consume gran cantidad de recursos naturales y humanos y emplea contaminantes como pesticidas, productos químicos, hielo seco, agentes decolorantes, papel, plásticos, acetatos, cartón y aluminio y, además, genera enfermedades”, ha apuntado el miembro del área de Tabaquismo de SEPAR y firmante del editorial, el neumólogo José Ignacio de Granda.
Algunos de estos contaminantes son el tabaco de tercera mano. Se trata de residuos químicos en un ambiente cerrado del tabaco de segunda mano o corriente secundaria del tabaco. Algunos componentes del tabaco de tercera mano son las nitrosaminas, metales tóxicos, alcaloides, productos de la combustión orgánica y componentes volátiles orgánicos que aún pueden reaccionar con otros, volverse más tóxicos y dar origen a partículas ultrafinas con capacidad para penetrar en los pulmones y ser altamente nocivas para la salud.
Estos residuos químicos se acumulan en el polvo, las superficies, los objetos o las cortinas. La polución del tabaco de tercera mano se mantiene hasta seis meses después de dejar de fumar, ha subrayado el miembro del área del Tabaquismo de SEPAR, el neumólogo Segismundo Solano-Reina, también firmante del editorial. La población más vulnerable al tabaco de tercera mano son los niños por “su inmadurez inmunológica, desarrollo incompleto y tiempo de exposición” y, en España, se ha visto que hay un aumento de riesgo de cáncer en niños expuestos al tabaco de tercera mano, ha avisado el editorial.
Espacios abiertos y tabaco de cuarta mano
Otro aspecto que destaca el editorial es que el tabaco de tercera mano no sólo contamina los espacios cerrados, como los hogares donde viven niños, sino también espacios abiertos. En este sentido, se ha advertido que aumenta la preocupación por los llamados contaminantes emergentes, ya que no sólo existen vertederos de prescripciones farmacéuticas y no farmacéuticas, sino que también se encuentran sustancias químicas industriales y de los hogares, entre ellas nicotina y cotinina.
De hecho, la nicotina y los productos de su degradación se encuentran en aguas residuales y pueden persistir en plantas de reciclaje tras el tratamiento de las aguas, ha avisado SEPAR. Actualmente la nicotina presente en aguas residuales ya se utiliza como marcador para averiguarel patrón de consumo de tabaco de distintas poblaciones. Hasta dos tercios de las colillas del tabaco acaban en el medio ambiente, lo que se denomina tabaco de cuarta mano.
De estas colillas son un problema los residuos tóxicos y los productos químicos tóxicos que contienen, que acaban como basura que termina en las calles, desagües, el agua o el mar. El editorial ha especificado que para combatir este efecto medioambiental se requieren estrategias definitivas y mantenidas y “la toma de conciencia es quizás la acción más importante que se debe emprender”.
“La primera tarea que tenemos por delante es la concienciación sobre el alto impacto que el tabaco tiene no sólo para la salud humana, sino también para nuestro medio ambiente. El tabaco contribuye a la contaminación ambiental y eso es algo de lo que no son suficientemente conscientes ni la población general ni los poderes públicos”, ha concluido el doctor Jiménez.
Las plantas a las que se conoce como “ornamentales” son, más bien, una auténtica medicina e imprescindibles compañeras de vida.
Por: ecoosfera
Vivimos tiempos en los cuales pareciera haber un complot contra nuestro bienestar emocional. Las rutinas citadinas, las fake news o las malas noticias, los nuevos pronósticos sobre el cambio climático y nuestra obsesión por las redes sociales, son algunas de las cosas que nos causan ansiedad, estrés y hasta fatiga crónica.
Pero no todo está perdido. En realidad, sacudir de nuestra psique estos problemas depende de hacer pequeñas modificaciones en nuestro entorno y en nuestros hábitos. Depende también de que volvamos a nuestras raíces naturales, pues qué duda cabe de que los mejores consejos los da la naturaleza.
Muchos estudios han destacado los beneficios de tener un hogar más verde.
Las plantas son seres sensibles con una muy particular forma de inteligencia. Y su aura, junto con algunos de sus procesos, pueden llenar nuestra vida de bienestar. Así que las plantas del hogar no son “ornamentales”, como se les suele llamar: más bien son una auténtica medicina e imprescindibles compañeras de vida.
Algunas plantas, por ejemplo, tienen la capacidad de oxigenar y purificar los espacios vitales, lo que, a su vez, ayuda a que habitemos ambientes en los cuales contraer enfermedades comunes sea menos probable.
Pero muchos estudios han demostrado que también pueden irradiarnos su bienestar y ayudarnos a sobrellevar la ansiedad y el estrés. Incluso, las plantas han demostrado que ayudan a una más rápida recuperación tras cualquier enfermedad u operación. Todos estos son factores de peso para querer rodearnos de plantas, ¿no crees? Aquí te recomendamos las que potenciarán aún más tu bienestar psíquico y emocional.
Lavanda
La lavanda libera un aroma con químicos que son benéficos para el sistema nervioso.Por eso ayuda a conciliar el sueño, sea tomada en infusión o simplemente dejando que aromatice nuestra habitación.
Zamioculca
Esta planta es especialmente bella, de un verde intenso que puede impactar positivamente a las emociones. Y tiene la ventaja de que es prácticamente indestructible.
Orquídea
Las orquídeas también promueven un mejor descanso, gracias a que es durante la noche que limpian el aire. Esto porque, contrario a otras plantas, siguen liberando oxígeno durante la noche, en lugar de absorberlo para liberar dióxido de carbono.
Cinta
Un clásico de las plantas para el hogar, por su belleza y particular forma de caer de sus largas hojas. Además de preciosas, las hojas de la cinta resultaron ser unas de las mejores purificadoras del aire, según la NASA.
Drácena
Otra purificadora capaz de remover tóxicos del ambiente. Absorbe especialmente las sustancias químicas derivadas de pinturas o plásticos.
Cactus
Existe un mito de que el cactus limpia la radiación electromagnética, aunque no ha sido corroborado. Pero su estética peculiar, entre la dureza y la belleza, los hace una planta cuya contemplación puede ser benéfica emocionalmente.
Albahaca
Además de ser muy bonita, tiene muchos beneficios a la hora de consumirse. Es una de esas plantas medicinales que puedes cultivar en tu jardín: una de aquellas tareas que además funciona como una meditación en movimiento.
Citronela
Su aroma cítrico ahuyenta a los mosquitos, lo que te ayudará a dormir mejor. Pero además es un aroma delicioso que estimulará tu buen humor.
Helecho
El helecho produce humedad, lo que crea un ambiente menos seco y sofocante.
Planta de jade
No existen estudios al respecto de los beneficios de esta planta, pero curiosamente es una planta que la cosmología china ligaba con cuestiones sagradas y que estaba presente en sus rituales. Y es que realmente tiene un magnetismo irresistible y es preciosa.
Bromelia
Pasó la prueba de la NASA como la mejor planta para eliminar compuestos orgánicos volátiles, que pueden contener cloro, bromo, flúor o azufre, y que son liberados por la quema de combustibles.
Siempreviva
Tiene propiedades antialérgicas: especialmente es buena para combatir el polvo y el polen que molesta al sistema respiratorio. Además es una planta con flores encantadoras, lo que siempre aviva los espacios.
Aglaonema
También purifica el aire: sobre todo absorbe los tóxicos del tabaco, lo que genera un ambiente mucho más sano en casa de fumadores ―para quienes fuman y quienes no―.
Aloe Vera
Tiene miles de propiedades que puedes aprovechar si la cultivas en casa. Y es de una estética particularmente tranquilizante.
Lirio Espatifilo
Son especialmente buenos en ambientes húmedos, pues pueden absorber esporas de moho.
Clavel del aire
También es de ayuda en ambientes húmedos para ponerlos en equilibrio. Y tiene flores que son, sin duda, estimulantes para la creatividad.
En esta nota vamos a puntualizar las ventajas e importancia sobre 1 millón de árboles, así podrás advertir de manera más integral los datos que debes aprender. Un millón de árboles.-
Proporcionan el oxígeno necesario para más de 4 millones diariamente.
Absorben 38.000 toneladas métricas de dióxido de carbono en los primeros 10 años, ayudando de manera activa a mejorar la calidad del aire que respiramos y como una gran herramienta para la preservación del medio ambiente.
Limpian de la atmósfera la cantidad suficiente al impacto causado por 8.000 vehículos cada año.
Un millón de árboles pueden absorber 9.122.842 metros cúbicos de agua de escorrentía, colaborando en la mitigación de inundaciones y favoreciendo con la humedad al desarrollo de vegetación.
Áreas urbanas con más vegetación tienen índices criminales menores y mejores resultados de la población educativa. Los costos inmobiliarios pueden incrementarse hasta en 10%.
Sirven de hábitat para un amplio abanico de fauna y flora.
La recuperación de la inversión es alta. Los árboles generan cerca a 5 $US en beneficios por cada dólar que se invierte en la siembra y cuidado en las áreas urbanas.
Un árbol maduro remueve 70 veces más contaminantes que uno joven. ¿Te das cuenta lo que sucede cuando simplemente se cortan como si nada pasaría?
La vida media de un árbol urbano en EE. UU es de 8 años. Lastimosamente menor en nuestras latitudes.
Miles de millones de personas dependen de la salud de las cuencas hidrográficas con árboles en plena armonía. Ahí se originan cantidades increíbles de agua que la población mundial, cada vez mayor requiere.
Como para la cultura occidental, por Navidad, en varios lugares de Asia, los árboles son venerados. Por ejemplo el árbol “Sri Maha Bodhil» es uno de los ejemplares más longevos registrados. Se calcula una edad de 288 A.C. y se halla en un templo en Sri Lanka. Representa la felicidad y la buena vida; la armonía.
Existen más de 23,000 especies de árboles en el planeta. ¿Sabemos los beneficios para la elaboración de nuevos fármacos que tienen? ¿Cura contra el cáncer?…¿o simplemente no es motivo de preocupación?
Un árbol puede absorber la contaminación que un automóvil produce andando 41,000 kilómetros.
En lo que respecta a nuestros alimentos, es mejor usar nuestros sentidos.
Por: ecoosfera
Dependiendo del alimento será que tendremos que saber reconocer cuando realmente se ha echado a perder. Pero esto no es tan malo: significa que podemos aprender un poco más sobre lo que comemos y, además, evitar desperdiciar comida que aún podemos usar, lo que es un plus para nuestro bolsillo.
Esto es importante, pues aunque mucha comida se desperdicia en los primeros eslabones de la cadena de producción de alimentos, lo cierto es que es en el último eslabón cuando más comida es desechada, sin haber servido a su único propósito: alimentarnos. Así que está en nosotros revertir esta situación, y para ello no hay nada mejor que saber cuando la comida está realmente pasada.
Por qué la fecha de caducidad no es de fiar (y sólo sirve de guía)
Para empezar, existen dos tipos de etiquetas para indicar caducidad: “consumir preferentemente” y “fecha de caducidad”. La primera indica una fecha aproximada que, de pasar, podría ocasionar que el alimento pierda propiedades; la segunda es una fecha definitiva, tras la cual consumir el alimento puede tener consecuencias para la salud.
Pero estas fechas son hechas sin pensar en que las condiciones de almacenamiento, el frío o el calor, pueden ayudar a conservar o pudrir un alimento. Además, siempre existe un margen de seguridad de 1 día. Por eso, la fecha de caducidad sólo sirve de guía.
Si quieres saber si tus alimentos están realmente pasados, aquí te damos algunos hacks:
Primero, estas son las 5 señales inconfundibles:
Hongos (por ejemplo, en el queso)
Cambio en la textura (por ejemplo, en las manzanas)
Una película delgada y húmeda (por ejemplo, en los guisados)
Oxidación (por ejemplo, en los aguacates)
Aroma distinto, desagradable o más fuerte (por ejemplo, en las carnes)
Y estos son algunos alimentos en los que puedes ver estas señales:
Huevos
Cuando un huevo se hace viejo, se forman entre él y su cáscara unos pequeños sacos de aire. Si estos son muchos, el huevo flotará en el agua, lo que indicará que ya está muy viejo.
Yogurt
Su consistencia normalmente es espesa, pero cuando se está echando a perder aparece mucho líquido en la parte superior o los bordes.
Aceite de olivo
El aceite de olivo sí tiene aroma: es fragante. Cuando está malo, tiene un olor como a pegamento.
Pescado
Este es más fácil de detectar: sencillamente comienza a tener un olor más fuerte y concentrado.
Pollo
Lo mismo que el pescado. Además, algunas partes del músculo, debajo de la piel, se tornan de otro color.
Pan
Le comienzan a salir hongos, que suelen ser visibles sólo en algunas rebanadas. Pero aunque el resto no los tenga, no es recomendable comerlo, ya que las rebanadas suelen ser porosas y por ellas se filtran los hongos.
Frutas y verduras
Las verduras se tornan amarillentas, y tanto frutas como verduras cambian de textura. A veces es posible rescatar algo, en caso de que no haya hongos. También, en caso de oxidación, se pueden meter en agua fría durante algunos minutos para que se rehidraten.
Si además quieres desperdiciar menos comida y alargar la caducidad, puedes almacenar de forma más inteligente y hacerte de algunos hábitos, como deshidratar alimentos o congelarlos –te sorprenderá saber cuántos alimentos pueden congelarse sin problema–. Así que no habrá excusas para tirar comida. Pero si por algo tienes que desechar algo, recuerda que puedes convertirlo fácilmente en composta. El mundo –y tus plantas– te lo agradecerán.
Sigue estos consejos y ahora sí cumplirás todos tus propósitos de año nuevo.
Por: ecoosfera
Las resoluciones de año nuevo fallan. No es pesimismo, sino un hecho estadístico: el 80% de las personas abandona sus metas cuando llega febrero. Esto quiere decir que muchos recibimos el año con la motivación de hacer ejercicio, comer más sano y ahorrar dinero para desistir después de un mes.
Es común que los deseos no se concreten en acciones, pero no es imposible. Puedes cumplir lo que te propones para este nuevo año siguiendo estas técnicas de programación cognitiva-conductual, mejor conocidas como hacks.
¿Por qué fallamos tanto?
Antes de hablar sobre cómo mejorar, es importante entender por qué fallamos en primer lugar. Esto se relaciona con la manera en que el cerebro procesa los hábitos; esas acciones que hacemos diariamente de manera automática, como lavarse los dientes.PUBLICIDAD
Así como el cerebro puede habituarse a la higiene, también se acostumbra a comportamientos no tan sanos, como fumar o comer chatarra. Estos hábitos funcionan como una ruta conocida, un camino que podemos seguir sin la necesidad de esforzarnos.
Nuestras resoluciones fallan por no tomar en cuenta los pasos necesarios para cambiar o formar nuevos hábitos. De eso va el primer consejo:
1. Reprograma tu ciclo del hábito
La formación psicológica de los hábitos se divide en tres pasos: el recordatorio(llegar a casa estresado por el trabajo), la rutina (beber una cerveza) y la recompensa(el sabor y los efectos del alcohol).
Para lograr acciones que nos beneficien, es necesario reprogramar este ciclo. ¿Cómo lograrlo? Mediante la repetición, poniendo un énfasis especial en la recompensa. Después de todo, al cuerpo responde bien al placer, sobre todo si es inmediato.
Digamos que quieres hacer ejercicio todas las mañanas. El recordatorio puede ser atarse los tenis al despertarse y la rutina salir a correr. ¿La recompensa? Comer un trocito de chocolate.
Ojo: esta recompensa es sólo para motivar al cerebro a reprogramarse y no debe ser permanente. Después de una semana, el cerebro habrá asociado la actividad con el placer y comenzarás a disfrutar ejercitarte sólo por las endorfinas que se liberan al hacerlo. Inténtalo con cualquier otra rutina y recompensa.
2. Pon metas específicas (y realizables)
La gran falla de febrero se debe a que tendemos a idealizar nuestras metas (y nuestras posibilidades para lograrlas). No debemos dejar de soñar en grande, pero sí hay que ser realistas.
Por ejemplo: es probable que no ganes un Premio Nobel de Literatura este año si estás comenzando a escribir, pero sí puedes proponerte escribir 100 páginas en 5 meses. Te recomendamos pasar cualquier logro que se te ocurra por los siguientes filtros:
Específico (sabes los pasos para lograrlo)
Medible (puedes cuantificarlo)
Orientado a la acción (lo haces, no lo sientes)
Realista (sabes que es posible)
Definido (tienes un tiempo claro para lograrlo)
Estas estrategias crean objetivos inmediatos y efectivos para alcanzar nuestras metas. Es importante, sobre todo, hacerlo paso a paso. Es complicado dejar de comer carne de un jalón, pero podemos empezar dejándola todos los lunes e incrementar la cantidad de días cada 2 semanas hasta abandonarla por completo.
3. No seas perfeccionista
El perfeccionismo tiene voz: es esa parte de ti que le teme al fracaso, por mínimo que éste sea. Aunque es bueno hacer las cosas de la mejor forma posible siempre, querer que todo salga perfecto a la primera no sólo es imposible, sino que perjudica nuestras resoluciones.
Este hábito pone énfasis en los contratiempos, cuando nuestra vista debe estar en el progreso. Para evitar ser perfeccionista, debes entender que las habilidades pueden ser desarrolladas y que el fracaso es una parte ineludible de este proceso.
Si te centras en lo que puede salir mal perderás el tiempo en minucias. Pero si aceptas que los errores son inevitables (y todos los cometemos), no tendrás ningún problema en seguir a pesar de ellos.
4. Conserva la novedad
Otro motivo por el que las resoluciones de año nuevo fallan es tan sencillo como el aburrimiento. Es difícil crearse el hábito de hacer algo que ya no causa emoción. Un estudio encontró que el cerebro responde con más fuerza a la novedad que a cualquier otro estímulo.
Por eso es crucial ser creativos en nuestras metas. ¿Cómo lograrlo? Si lo que deseas es bajar de peso, puedes aprender a cocinar recetas más saludables. Si quieres leer una novela al mes, intenta acudir a géneros que nunca hayas leído antes.
Todos estos hacks funcionan por la sencilla razón de que nos hacen conscientes de nuestros pensamientos y actos. Cumplir nuestros propósitos de año nuevo tiene mucho que ver con estar presentes en nuestras vidas y elegir lo que es mejor para nosotros.
2019 representa toda una ventana de oportunidades, identifícalas y aprovéchalas. Listado basado en las Reglas del Autor: Robin Sharma.
1.- Sé generoso, revira la escasez
2.- Si eres la persona más exitosa del cuarto, cámbiate a otro.
3.- Comprométete a ser el mejor en tu ramo
4.- Un fracaso solo se convierte en un fracaso si tu lo permites
5.-No esperes a que llegue la inspiración para cumplir tus sueños. Trabaja activamente en tu sueño y crece con inspiración
6.- Sé respetuoso, puntual y optimista
7.- Confía en tu intuición más que en lo que todos los demás te dicen que es lo correcto
8.- Sé amable
9.- Toma en cuenta que el impacto positivo y la satisfacción que deriva de tus aciones es más valiosos que el dinero que puedas obtener
10.- La vida es muy corta para hacer las cosas a medias, aplica todo tu potencial.
Quién es Robin Sharma?
El canadiense Robin S. Sharma, descendiente de indios, es un experto en crecimiento personal y liderazgo que trabaja en su propia empresa de formación para dirigentes, Sharma Leadership International.
Estudió Derecho en la Universidad Dalhousie y trabajó como profesor y abogado antes de crear su empresa. Es un reconocido autor de libros de autoayuda, superación personal y liderazgo, y su obra se ha traducido a decenas de idiomas.
El monje que vendió su Ferrari es su título más conocido, pero no es el único, Triunfo, Una inspiración para cada día o Audaz, productivo y feliz.