La Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual, productora de Boing, decidió cambiar su empaque y decirle adiós a los popotes.
Por: Crónica Ambiental
La Sociedad Cooperativa de Trabajadores de Pascual pone el ejemplo a la industria de bebidas mexicanas, y prevé en un año tener nuevos empaques para limitar el consumo de plástico y eliminar por completo los popotes, que están adheridos a algunos de sus productos.
Pascual, conocida por producir los jugos Boing y el refresco Lulú, anunció ayer que dejará de usar popotes y cambiará el diseño de sus empaques para evitar, en lo posible, el uso de plástico.
Para lograrlo, están evaluando alternativas, Salvador Torres Cisneros, presidente de la cooperativa, dijo en conferencia de prensa, que los nuevos diseños de los productos de medio y un litro ya tienen taparrosca, pero falta perfeccionar los envases pequeños, con un contenido para consumo individual.
Esta compañía es, desde su organización como cooperativa, establecida en 1985 (estructura elegida después de una huelga de trabajadores en 1982), una especie con representación pequeña entre el empresariado mexicano, existen otros ejemplos en la pesca y la agricultura, así como la cementera Cruz Azul. Pascual fue fundada, como sociedad anónima, en la década de los 30 por Rafael Víctor Jiménez Zamudio y comenzó con la venta de paletas congeladas, agua embotellada y, posteriormente, refrescos. En los años 60, creó la marca Boing de jugos frutales, y desde aquel entonces hubo guiños a la modernidad, pues se acercó a la empresa sueca Tetra Pak, para obtener en exclusiva su envasado en cartón.
El medio ambiente es una preocupación de Pascual, por eso creó el programa Mexico, limpio y querido, con el objetivo de aportar a la conservación del patrimonio natural del país. En 2018, sus acciones incluyen programas de reciclaje, reforestación y siembra de árboles frutales en los estados de Morelos, México y Guerrero, campañas de conciencia ambiental sobre la contaminación del agua, su cuidado y aprovechamiento responsable, que se difundirá en varios parques acuáticos; así como acciones de limpieza de 5 playas en Acapulco, durante este verano.
Con la iniciativa presentada ayer, Pascual se une al movimiento por erradicar los popotes del mercado, que desde hace años ha ido ganando fuerza dentro y fuera de México. Los plásticos de un uso, como mencionó la ONU el pasado 5 de junio en el Día Mundial del Medio Ambiente, son causantes de un gran porcentaje de la contaminación del planeta, y es urgente dejar de producirlos y consumirlos. Si seguimos a este paso, en el “2050 habrá alrededor de 12.000 millones de toneladas de basura plástica en los vertederos y espacios naturales”, según su informe El estado de los plásticos.
Hace miles de años, la anatomía facial de los perros, descendientes de los lobos, era muy distinta a la que conocemos hoy. Los primeros canes en ser domesticados eran menos expresivos que los actuales, por una sencilla razón: no habían desarrollado la musculatura de sus cejas. Ahora, con una simple mirada sabemos qué quieren nuestras mascotas.
Al convivir durante 30.000 años con los humanos, los perros han adoptado habilidades cognitivasque ninguna otra especie ha logrado, ni siquiera chimpancés o lobos. Los canes han desarrollado formas humanas de comunicación, como resultado de presiones de selección evolutiva durante la domesticación. En el Dog Cognition Center de la Universidad de Portsmouth (EE UU), dirigido por la psicóloga comparativa Juliane Kaminski, los científicos investigan la cognición canina y estudian los comportamientos de los perros cuando interactúan con los humanos.
Uno de estos rasgos es el movimiento de las cejas, que solo es compartido por los caballos entre todos los animales no humanos. Ante la falta de datos fósiles, un estudio publicado en la revista PNAScomparó la anatomía de cuatro lobos salvajes con la de seis perros y el comportamiento de nueve lobos con el de 27 perros de refugios para comprobar que el movimiento de las cejas había evolucionado con la domesticación y que podía estar vinculado directamente a la interacción social entre perros y humanos.
Los resultados muestran que, contrariamente a los lobos, que presentan fibras musculares escasas e irregulares, los canes pueden levantar sus cejas internas, dotándoles de gran expresividad a ojos humanos. La única raza de perro que no presenta movimiento del músculo es el husky siberiano, considerado una de las razas de perros más antiguas.
“El movimiento que permite que la ceja interna se levante en los perros es impulsado por un músculo que no existe de manera sistemática en su pariente vivo más cercano, el lobo”, señala Anne Burrows, investigadora de la Universidad de Duquesne en Pittsburgh (EE UU) y coautora del trabajo. Las pruebas demuestran que los canes desarrollaron un músculo para levantar la ceja interna después de ser domesticados a partir de los lobos.
Al convivir durante 30.000 años con los humanos, los perros han adoptado habilidades cognitivas que ninguna otra especie ha logrado, ni siquiera chimpancés o lobos.
Cómo llamar la atención de los humanos
La respuesta que desencadena este movimiento en las personas es inmediata. Al levantar la parte interior de la ceja, los ojos del perro parecen más grandes, incluso con apariencia infantil, y adoptan una mirada similar a la que ponemos los humanos cuando estamos tristes.
“Los hallazgos sugieren que las cejas expresivas en perros pueden ser el resultado de las preferencias inconscientes de los humanos que influyeron, durante la domesticación, en la selección evolutiva”, recalca Kaminski. Cuando los perros hacen el movimiento provocan en los humanos un fuerte deseo de cuidarlos. “Esto daría a los perros que mueven más las cejas una ventaja de selección sobre los demás y reforzarán el rasgo de ‘ojitos’ para las generaciones futuras”, subraya Kaminski.
El trabajo revela, además, que bajo la mirada de los humanos, los canes levantaron más sus cejas que cuando no les estaban mirando, lo que indica que el movimiento es voluntario en cierta medida. Al estudiar el comportamiento de perros y lobos, los científicos comprobaron que “cuando se exponían a una persona durante dos minutos, los perros levantaron sus cejas con más frecuencia y con mayor intensidad que los lobos”, indica la experta.
Según los científicos, estos cambios pudieron haber sucedido muy rápidamente, en tan solo unas docenas de miles de años, aunque la evolución de esta musculatura tiende a ser más lenta. “Es realmente sorprendente que estas simples diferencias en la expresión facial hayan ayudado a definir la relación entre los perros primitivos y los humanos”, concluye Adam Hartstone-Rose, de la Universidad del Estado de Carolina del Norte (EE UU) y coautor del estudio.
Son pocos los que se han resistido a ir algún día a la playa o la piscina desde que empezara el buen tiempo. Y es que es innegable que nos vemos más guapos cuando nuestra piel coge un poquito de color. Pero, ¿sabíais que existen alimentos que favorecen la creación de melanina, que es la sustancia que pigmenta la piel?. Los melanocitos son las células que absorben los rayos UVB y UVA que provienen del sol. Cuando estas células se activan, se oscurecen, y por eso nuestra piel luce bronceada.
Los alimentos que favorecen esta activación, además de ser muy sanos y positivos para cualquier dieta, van a preparar nuestra piel para cuando la expongamos al sol. Eso sí, recordamos la importancia de protegernos con cremas solares para evitar quemaduras y futuras enfermedades cutáneas.
Alimentos «bronceadores»
El primer alimento del que hablaremos es la zanahoria. Esta hortaliza es rica en carotenoides, unos pigmentos orgánicos presentes también en frutas de color naranja, rojo y amarillo. Estos pigmentos estimulan la melanina y neutralizan la acción de los radicales libres que causan el envejecimiento de la piel. Por eso, os recomendamos un zumo de zanahoria y naranja antes de la sesión de solarium o buen zumo de tomate que, si además es de origen ecológico, nos dará un sabor excepcional.
La vitamina C también es buena aliada del moreno porque ayuda en la formación del colágeno y mantiene elástica la piel. Los cítricos, el pimiento, el kiwi y las fresas son los alimentos en donde esta vitamina está presente en mayor medida. Y si lo que queremos es fortalecer las células y protegerlas ante posibles quemaduras solares, tenemos que valernos de la vitamina E, presente en aguacate y aceite de oliva.
Y si nos quemamos…
¿Y qué ocurre cuando nos hemos expuesto en exceso al sol y nuestra piel está incandescente? En estas situaciones también contamos con alimentos que nos ayudarán a sobrellevar las lesiones solares. El más conocido y valorado es el aloe vera, a ser posible extraído directamente desde la planta. El gel interior es calmante, antiinflamatorio y cicatrizante. Además de evitar la aparición de ampollas, mantiene la piel hidratada. Si lo que buscamos el alivio a la quemazón, el té frío aplicado en gasas o el yogurt natural entero (es importante que sea entero para que contenga ácidos grasos), serán la mejor mascarilla para el área afectada.
Los alimentos que favorecen esta activación, además de ser muy sanos y positivos para cualquier dieta, van a preparar nuestra piel para cuando la expongamos al sol.
También nos podemos ayudar de rodajas de pepino y tomate, que además de absorber el calor, actuarán como antinflamatorios de la zona. Por último, si necesitamos un extra de hidratación recurriremos al aceite de oliva y si necesitamos algo de desinfección, nos decantaremos por vinagre de vino o manzana. Como podéis ver, los buenos alimentos no sólo son excelentes en una dieta, también aportan la solución a problemas como las quemaduras solares.
Así que antes de salir de casa, recordad que el mejor remedio es siempre la prevención ¡Nada de salir sin crema!
Cada generación plantará las raíces de la siguiente, y en 10 años la isla tendrá 500 millones más de árboles.
Por: Ecoosfera
Entre los países más afectados por la crisis climática se cuenta la isla de Filipinas, que perdió aproximadamente 10 millones de hectáreas por la deforestación durante el siglo XX. Australia, la India, Costa Rica y numerosos países están poniendo a trabajar a voluntarios, drones e internautas para reforestar el planeta en tiempo récord, pero en Filipinas decidieron hacerlo oficial en la “Ley Ambiental de Legado de Graduación”.
Efectiva a partir del pasado 15 de mayo, la ley indica que todos los estudiantes de escuelas primarias y secundarias, así como de niveles superiores hasta la universidad, deben plantar 10 árboles como parte de sus requisitos para recibir el grado.
Es un buen ejemplo de lo que puede lograrse mediante estrategias exponenciales, más que lineales: si anualmente salen 12 millones de niños de la primaria, 5 millones de secundaria y 500,000 de la universidad, esto significa 175 millones de árboles cada año.
El proyecto pretende ser un legado que se construya generación tras generación, e incluso si no todos los árboles lograran desarrollarse, un conservador 10% de esa cifra daría un total de 525 millones de árboles cuando los niños de hoy salgan de la universidad.
La abeja melipona se ha convertido en una fuente de esperanza tanto económica como biológica en el Chaco
Por: El país
Silvia Godoy ama las abejas. En su casa de campo de Pampa del Indio, donde vive con sus hijas, alberga un cajón con un enjambre de abejas melipona, una especie nativa que no tiene aguijón y que solo se encuentra en los bosques de América Latina. Para Silvia, quien es de la etnia qom, esta actividad no es algo nuevo. “La melipona rubia (qo’oilala) y la negrita (rapic) son las abejas que producen la miel más sana para consumir. Ancestralmente para nosotros tiene un uso medicinal”, relata.
La novedad es que Silvia y sus colegas de la Cooperativa Apícola en la región del Chaco, en el norte de Argentina, se organizaron para darle un nuevo significado a esta tarea e ir más allá, al recuperar los enjambres de abejas de los troncos de árboles que llegan a aserraderos y carpinterías para poder aumentar la producción de miel de la melipona, y acceder a nuevos mercados.
Según la FAO, Argentina está entre los tres principales exportadores de miel en el mundo. Sin embargo, las abejas están sucumbiendo a las prácticas no sostenibles del uso de la tierra, que producen la pérdida de su hábitat y fomentan el uso de agroquímicos nocivos, entre otras amenazas como el cambio climático y las invasiones de especies exóticas. Esto altera el trabajo crítico que realizan como polinizadoras. La disminución constante en las poblaciones de polinizadores afecta los medios de subsistencia en el ámbito rural, la seguridad alimentaria y la conservación de la naturaleza.
Mieles para Conservar
Para las comunidades indígenas y de criollos en el Chaco, la abeja melipona se ha convertido en una fuente de esperanza tanto económica como biológica. Esta abeja, más pequeña que la abeja europea, produce una miel de alta calidad, que tiene el potencial de brindar fuentes alternativas de ingresos.
El proyecto Corredores Rurales y Biodiversidad, financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM/GEF) y ejecutado por la Administración de Parques Nacionales de Argentina, está apoyando la apicultura como una actividad sostenible en los paisajes que rodean a algunas de las áreas naturales protegidas del país. “Confiamos en que las inversiones en el uso sustentable de la biodiversidad, como la que apoya este proyecto, pueden transformar la economía en regiones postergadas y vulnerables como el Gran Chaco Americano, y ayudar a reducir la pobreza rural protegiendo al ambiente”, opina Pablo Herrera, gerente del Banco Mundial a cargo del proyecto.
La iniciativa de Mieles para Conservar promueve la cría de las abejas nativas con el propósito de generar un mercado para este tipo de miel poco común, mediante la capacitación de las comunidades en dos áreas principales: el sustento biológico y los aspectos técnicos de la producción de miel. Con el cofinanciamiento de la provincia del Chaco, a través de esta iniciativa se busca entregar más de 400 colmenas o “cajones” a los beneficiarios (que se estima en 120 personas, la mitad de ellas mujeres), y la construcción de un centro de exposiciones donde los pequeños productores podrán vender la miel y sus derivados.
Miel sustentable
La producción de miel en sí misma no es algo nuevo para el área, la abeja melipona se encuentra en los hogares en colmenas o “cajones” más compactos, que son más fáciles de trasladar y, por ende, facilitan el trabajo. Estas características han llamado la atención de muchas mujeres en las comunidades, como es el caso de Silvia, que se ven atraídas por esta facilidad para manejar de las colmenas.
Hasta el momento, se ha logrado un objetivo clave: la miel de melipona ha sido autorizada por la ANMAT (el organismo regulador de alimentos y medicamentos en Argentina). Esto significa que la miel, que algunos cotizan a 8,5 dólares el kilo, ha sido declarada como un producto apto para su venta y consumo.
Para la población local, con opciones limitadas de ingreso, esta nueva posibilidad reduce la presión sobre los bosques, ya que reemplaza —en parte— la necesidad de ganarse la vida sobre la base del carbón, una práctica que puede agotar los bosques y producir efectos secundarios nocivos para la salud de los productores. Y al mismo tiempo fortalece la biodiversidad local mediante el cuidado de los bosques que son hábitat de las abejas. “La abeja se alimenta de la flor del quebracho, el algarrobo, el lapacho y el garabato. Este proyecto es una oportunidad de recuperar nuestros bosques para vivir”, opina Silvia.
Aunque queda por explorar el verdadero potencial de la abeja melipona, no se puede negar su importante papel económico como polinizadora. Su miel puede significar una fuente viable para un nuevo flujo de fondos sostenibles para algunas de las comunidades más pobres de Argentina. Si Mieles para Conservar resulta una iniciativa exitosa, se podrá extender y replicar su experiencia a otras comunidades, ampliando así su impacto, a fin de mejorar los medios de subsistencia y proteger la biodiversidad.
Una investigación publicada en la revista de acceso abierto ‘PLOS ONE’, ha demostrado que la composición corporal de una persona, es decir, la proporción de grasa que presenta, podría influir en la diferencia entre la cantidad de energía que gastan al estar sentado frente a estar de pie. Dirigido por Francisco J. Amaro-Gahete de la Universidad de Granada, este trabajo se suma a la creciente evidencia de que se gasta más energía mientras está de pie que cuando se está sentado o acostado.
Los estilos de vida sedentarios están relacionados con un mayor riesgo de distintas patologías, como diabetes, obesidad y cáncer. La diferencia de la energía que gasta una persona gasta mientras está de pie frente a estar sentada o acostada puede ser un factor clave que influya en los riesgos para la salud, pero estudios anteriores han encontrado resultados contradictorios sobre el tamaño real de estas diferencias. Además, la composición corporal podría afectar estas diferencias, pero su función no ha sido clara.
Para abordar estos problemas, Amaro-Gahete y sus colegas midieron las diferencias en el gasto de energía entre estar tumbado, sentado o de pie en 55 adultos jóvenes de 18 a 25 años. En línea con las investigaciones anteriores, los participantes quemaron significativamente más kilocalorías por minuto mientras estaban de pie que sentados o tumbados, mientras que no se observaron diferencias entre estas dos posturas en reposo.
En particular, los investigadores también examinaron las asociaciones entre el gasto de energía en diferentes posiciones y la composición corporal de los participantes. No encontraron asociaciones significativas al comparar la energía gastada estando tumbado frente a sentarse o acostarse frente a estar de pie. Sin embargo, sí encontraron que los participantes con una masa corporal magra más alta tenían una diferencia menor en la energía gastada sentado frente a estar de pie.
Estos hallazgos brindan un nuevo respaldo a la idea de que una forma sencilla para que una persona aumente su gasto de energía es aumentando su tiempo de permanencia de pie. Los resultados también podrían ayudar a los esfuerzos para comprender mejor, monitorizar y contrarrestar los estilos de vida sedentarios. “Incrementar el tiempo dedicado a estar de pie podría ser una estrategia simple para aumentar el gasto de energía”, concluye Amaro-Gahete.
Para abordar estos problemas, Amaro-Gahete y sus colegas midieron las diferencias en el gasto de energía entre estar tumbado, sentado o de pie en 55 adultos jóvenes de 18 a 25 años.
En los últimos 250 años, casi 600 especies de plantas han desaparecido, más del doble del número de mamíferos, pájaros y anfibios extintos sumados.
Por: BBC News Mundo
Así lo afirma un estudio global publicado este lunes en la revista Nature, Ecology & Evolution, por investigadores del Jardín Botánico Real Kew de Inglaterra y la Universidad de Estocolmo.
De acuerdo con los científicos, la extinción de plantas está ocurriendo más de 500 veces más rápido que la tasa de extinción natural, el ritmo normal de desaparición en la Tierra previo a la intervención humana.
Pero los investigadores creen que incluso estas cifras subestiman los niveles actuales de extinción de la flora mundial.
Aún así, la mayoría de las personas pueden nombrar un mamífero o un ave que se extinguió en los últimos siglos, pero no una planta, dijo Aelys Humphreys, bióloga evolucionista de la Universidad de Estocolmo que lideró el estudio.
“Este estudio es el primero que nos da una visión general de qué plantas se han extinguido, dónde han desaparecido y qué tan rápido está sucediendo“, agregó.
En concreto se trata de 571 especies de plantas desaparecidas en los últimos 250 años, periodo en el cual se extinguieron 217 especies de mamíferos, pájaros y anfibios.
Chile como doble ejemplo
Las mayores pérdidas de especies se registran en islas y en los trópicos, que albergan árboles de madera de gran valor y tienden a ser particularmente ricos en diversidad, indica el estudio.
En la investigación se mencionan dos especies endémicas de Chile para representar lo desalentador del actual ritmo de extinción, así como la esperanza que persiste.
El ejemplo negativo es el sándalo de Juan Fernández (Santalum fernandezianum), el cual fue sobreexplotado por sus aceites esenciales y madera aromática.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la especie está declarada extinta desde 1978.
En cambio, el ejemplo positivo es el azulillo (Tecophilaea cyanocrocus), una especie con unas pequeñas flores de color azul intenso que había sido declarada extinta, pero que luego fue redescubierta.
Cascada de extinciones
El peligro de la extinción de plantas no es solo su desaparición en sí misma, sino que puede llevar a una cascada de extinciones de otros organismos que dependen de ellas.
Ejemplo de ello son los insectos que usan las plantas como fuente de alimentos y para poner sus huevos.
“Millones de otras especies dependen de las plantas para su supervivencia, incluidos los humanos”, dijo Eimear Nic Lughadha, botánica del Jardín Botánico Real Kew y coautora del estudio.
Por lo tanto, agregó, “saber qué plantas estamos perdiendo y dónde también retroalimentará los programas de conservación dirigidos a otros organismos”.
Los investigadores incluso señalan una serie de medidas para asegurar la conservación de la flora, entre las cuales se encuentran registrar todas las plantas del mundo, enseñar a los niños a reconocer las especies locales, dar apoyo a los herbarios que preservan especímenes para la posteridad y a los botánicos que investigan el tema.
Si quieres estar sano y ayudar a salvar el planeta, ¿qué tal un plato de algas, seguido de algunos cactus y cereales ancestrales?
Por: Paula McGrath BBC World Service
A nivel mundial, dependemos de una pequeña variedad de alimentos: solo tres cereales (arroz, maíz, trigo) constituyen casi el 60% de las calorías procedentes de plantas de la dieta humana. Aunque obtenemos suficientes calorías, estas limitadas dietas no siempre proporcionan suficientes vitaminas y minerales.
Un nuevo informe, sin embargo, enumera 50 de los llamados “alimentos futuros” que son saludables y buenos para el medio ambiente.
Estas son 5 de los “súper” productos del menú del futuro.
1. Moringa
El árbol de Moringa es conocido también como “el árbol milagroso”: es de crecimiento rápido y resistente a la sequía, y en su nativo sur de Asia se usan muchas de sus partes en la medicina ayurvédica.
Las hojas se pueden recolectar hasta siete veces al año y contienen vitaminas A y C y minerales como calcio y potasio.
Suelen agregarse a algunos caldos y también se pueden moler hasta obtener un polvo que se usa en batidos, sopas, salsas y tés.
En Filipinas e Indonesia, es común cortar las largas vainas en trozos más cortos para ser guisadas en curry y sopas. Estas vainas también contienen semillas que son ricas en ácido oleico, relacionado con niveles más altos de colesterol “bueno” en el cuerpo.
De hecho, los beneficios de la moringa son tantos que recomendar su consumo es una de las pocas en la que han coincidido gobierno y oposición en Venezuela.
2. Wakame
En Japón, las algas marinas wakame han sido cultivadas durante siglos para la dieta humana, además de usarse como ofrendas a los espíritus de los antepasados e incluso para pagar impuestos.
Hoy en día también se cultivan en campos marinos en Francia, Nueva Zelanda y Argentina. Pueden cosecharse durante todo el año, sin usar fertilizantes ni pesticidas, y secarse al sol.
Las algas secas agregan un delicioso sabor salado de umami a los alimentos, y también es una de las pocas fuentes vegetales de ácido eicosapentaenoico, el ácido graso omega 3, que se encuentra casi exclusivamente en los pescados grasos que se alimentan de algas.
Uno de los tipos de alga marrón más suaves, el wakame, también contiene una gran cantidad de fucoidan, una fibra dietética que también ha demostrado potencial en estudios con animales para disminuir la presión arterial, propiedades de coagulación sanguínea e incluso actividad antitumoral.
“Las algas marinas pueden ser una gran fuente de yodo y omega 3, especialmente para las personas que comen menos productos de origen animal”, dice Priya Tew, dietista y portavoz de la Asociación Dietética Británica.
Pero la experta también advierte: “Es importante comer solo una pequeña cantidad cada día para no consumir demasiado yodo y también por el contenido de metales pesados del mar”.
3. Nopales
Un ingrediente común en la cocina mexicana: los nopales -fruto de un tipo de cactus- se pueden comer crudos, cocidos o en jugo o mermelada.
Es fácil de cultivar en América Central y del Sur, Australia e incluso Europa.
Algunos estudios clínicos sugieren que la fibra de los cactus ayuda al cuerpo a excretar más de la grasa que comemos, aunque aún no se ha comprobado ningún beneficio para la pérdida de peso.
Otros ensayos sugirieron que puede reducir los niveles de azúcar en la sangreen personas con diabetes tipo 2, e incluso puede disminuir los síntomas desagradables de resaca.
Para los que deseen introducir el nopal en su dieta, hay que tener en cuenta que algunas personas experimentan efectos secundarios como diarrea leve, náuseas y sensación de plenitud estomacal.
4. Fonio
Este ancestral cereal africano es conocido por su delicado sabor a nuez, que el pueblo Bambara de Mali dice “nunca avergüenza al cocinero” porque es muy fácil de preparar.
Hay evidencia de que ya se cultivaba en el antiguo Egipto. Existen variedades blancas y negras de cereales resistentes a la sequía que crecen en solo 60 o 70 días en la región seca del Sahel, en África occidental.
Los granos de fonio son tan pequeños como la arena, y la cáscara no comestible debe eliminarse antes de comerse. La mayor parte de esta tarea se lleva a cabo manualmente.
Rico en hierro, zinc y magnesio, el fonio se puede usar en lugar del cuscús o el arroz, e incluso se puede usar para hacer cerveza.
“Creo que esto será popular ya que no contiene gluten y el hecho de que es resistente a la sequía lo convierte en una buena opción para un futuro alimento con calentamiento global”, considera Tew.
5. Bambara
Es un tipo de legumbre con un sabor parecido al del maní, pero en una versión menos aceitosa y más dulce. El frijol bambara ha llamado la atención de los expertos en alimentos sostenibles porque puede crecer en un suelo pobre, haciéndolo más fértil al “fijar” el nitrógeno en la tierra.
Esta legumbre tradicionalmente africana también se cultiva en el sur de Tailandia y en partes de Malasia y se puede hervir, asar, freír o moler en una harina fina.
Es conocido como un “alimento completo”, ya que tiene un alto contenido de proteínas y una fuente del aminoácido esencial metionina, que promueve el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos y la absorción de zinc, que es necesaria para el sistema inmunológico del cuerpo, y de selenio, que ayuda a regular la función tiroidea y también desempeña un papel en el sistema inmunológico.
“Esto parece un alimento que podría ser excelente para las personas con una dieta vegetariana, vegana o basada en plantas, ya que es una fuente de proteínas completa y un cultivo sostenible”, dice Tew.
“Con los problemas actuales que enfrentamos par el futuro de nuestros alimentos, necesitamos alimentos más fáciles de cultivar, que sean tan versátiles como estos”.
Y una fotógrafa capturó su encanto (así como el de sus habitantes y visitantes).
Por: Ecoosfera
Auroville es una de esas comunidades que están redefiniendo la utopía. Esta ciudad fue fundada en la India en 1968 con un solo objetivo: fomentar la sustentabilidad y la cooperación, oponiéndose al consumismo y el individualismo. Ahí no sólo se privilegia lo colectivo por sobre la propiedad privada y la colaboración por sobre la competencia, sino que además se hizo un auténtico milagro natural: se le devolvió la vida a un bosque.
La ecléctica comunidad de Auroville, constituida por más de 2,000 personas de 50 naciones según la BBC, ha plantado 1 millón de árboles desde que Mirra Alfassa fundó la ciudad en esta zona al sur de la India. Así, esta comunidad global convirtió un desierto en un auténtico bosque fantástico donde crecen, entre otros árboles, los hermosos banianos. Esta es la misma especie que, en otro lugar de la India, ostenta el récord Guiness del árbol más grande del mundo –y que es tan masivo que se le considera un bosque–.
Pero, como pudo descubrir la fotógrafa Néha Hirve, esto no habría sido posible sin la comunidad del bosque, en la cual habitan 100 personas y que es aledaña a Auroville –aunque tiene menos protagonismo–. Se trata, por así decirlo, de la comunidad rural de la utópica ciudad. Un auténtico paraíso en medio del bosque donde se predican y practican formas alternativas de vivir, quizá aún más radicales que las de Auroville.
Desde 2015, viajeros de todo el mundo han plantado más de 30,000 árboles en la comunidad.
Esto ha sido posible gracias a la organización sin fines de lucro Sadhana Forest. Esta organización invita a los trotamundos a colaborar en la reforestación de esta área natural que la colonización europea dejó desierta tras construir varias ciudades en el apogeo de la revolución industrial.
Hirve, una fotógrafa radicada en Estocolmo e interesada en este proceso, viajó hasta allá para documentar la vida al interior de la comunidad. Y no fue nada fácil. Pero ahí descubrió que lo que le damos a la naturaleza, la naturaleza nos lo devuelve con creces. Y es que todos los que habitan en esta comunidad arbórea, así como quienes van de paso para ayudar –o para tomar fotografías–, se vuelven capaces de curar sus heridas, como explicó Hirve para National Geographic. Pero lo más importante es que regresan a su lugar de origen con todo un bagaje sobre vida orgánica, pues en la comunidad del bosque aprenden a vivir sin electricidad, sin Internet y sin mayores comodidades que las que ofrece la naturaleza –que en realidad son muchas–.
Así, el trabajo de esta fotógrafa es una invitación a conocer la insólita historia de la comunidad del bosque y de su masiva reforestación. Además, sirve de ejemplo para demostrarnos que otras formas de vida son posibles. La naturaleza es el límite, y eso es mucho decir.
La producción de alimentos contribuye de manera importante al cambio climático, ya que representa alrededor de un cuarto de las emisiones de carbono en todo el mundo. Un nuevo estudio que examinó las dietas del mundo real de miles de personas en Estados Unidos revela que podríamos reducir considerablemente la huella de carbono de lo que comemos al cambiar solo un alimento cada día.
“Encontramos que sustituir la carne de res por carne de ave provoca una reducción promedio de los gases de efecto invernadero de la dieta a prácticamente la mitad”, explica el autor principal del estudio, Diego Rose, profesor y director de nutrición de la Universidad de Tulane, que se ha presentado en Nutrition 2019, la reunión anual de la American Society for Nutrition.
“Por lo que sabemos, este es el único estudio representativo a nivel nacional de la huella de carbono de las dietas elegidas individualmente en Estados Unidos –precisa Rose–. Esperamos que esta investigación aumente la conciencia sobre el papel del sector alimentario en el cambio climático y el impacto considerable de un simple cambio en la dieta”.
El nuevo estudio se basa en información sobre la dieta de más de 16.000 participantes en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición 2005-2010. Una parte de esta encuesta les pidió a los participantes que recordaran todos los alimentos que consumieron en las últimas 24 horas. Los investigadores utilizaron esta información para determinar qué alimentos provocaban las mayores emisiones de gases de efecto invernadero y para calcular una huella de carbono para cada dieta individual.
Descubrieron que los diez alimentos con mayor impacto en el medio ambiente eran todos cortes de carne de res y que alrededor del 20 por ciento de los participantes reportaron haber consumido uno de estos alimentos con alto contenido de carbono. Usando la simulación, los investigadores calcularon una nueva huella de carbono para cada dieta al reemplazar la carne de res con el producto avícola relacionado más cercano. Por ejemplo, un filete de ternera a la parrilla se reemplazó con pollo asado y carne picada con pavo. Cada sustitución se realizó solo una vez por cada persona que consumió uno de los alimentos con alto contenido de carbono.
El nuevo estudio se basa en información sobre la dieta de más de 16.000 participantes en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición 2005-2010.
Se sabe que los alimentos de origen animal contribuyen más a las emisiones de gases de efecto invernadero que los alimentos de origen vegetal. Los alimentos de animales rumiantes, como la carne de res y el cordero, tienen una huella de carbono particularmente alta porque las vacas y las ovejas también liberan gas metano. “Nuestra simulación demostró que no tienes que renunciar a los productos animales para mejorar tu huella de carbono –explica Rose–. Una sola sustitución de alimentos produjo cerca de una reducción del 50% de media en la huella de carbono de una persona”.
Los investigadores planean ampliar esta investigación, que se centró en las emisiones de gases de efecto invernadero en la dieta, para incluir otros impactos ambientales como el uso del agua. Aunque no es el tema de este estudio, señalan que el desperdicio de alimentos y la sobrealimentación también aumentan la huella de carbono de nuestra dieta. Por lo tanto, además de comer alimentos bajos en carbono, una mejor planificación de las comidas y el consumo de sobras también pueden ayudar a reducir la huella de carbono.