Producir una camisa de algodón implica consumir lo suficiente para cubrir las necesidades de hidratación de una persona durante dos años y medio, reportan Elizabeth Reichart y Deborah Drew.
Por: Ecoosfera
Piensa en todas las prendas de vestir, como suéteres y bufandas, que fueron regaladas durante la temporada navideña pasada. ¿Cuántas veces serán usadas antes de ser desechadas?
Probablemente menos veces de las que crees. ¡Tan sólo lo equivalente a un autobús lleno de ropa es incendiado o depositado en algún vertedero cada segundo! El consumidor de ropa promedio compró 60 por ciento más prendas en 2014 que en el año 2000, y además conservó cada pieza menos de la mitad del tiempo que 14 años atrás.
Lejos están los días en los que las personas adquirían una camisa y la utilizaban durante varios años. En un mundo con una acelerada demanda de ropa, los consumidores pueden, cada vez más, permitirse adquirir ropa nueva después de haber usado otras prendas unas cuantas veces. Hay modelos de negocio enteros cimentados bajo la premisa de la “moda rápida”, que abastecen al mercado de ropa barata y rápida para que los consumidores la usen durante cortas y efímeras temporadas.
Este modelo lineal de comprar, usar y desechar rápidamente la ropa, afecta negativamente a las personas y a los recursos del planeta. Presentamos aquí un vistazo a algunos de los impactos económicos, sociales y ambientales de la moda rápida.
Impactos económicos
De acuerdo con la Fundación Ellen McArthur, la producción de ropa se ha multiplicado al doble durante los últimos 15 años, impulsada por el crecimiento de la población de clase media en todo el mundo y el aumento de las ventas per cápita en los países desarrollados. Se estima que para 2050, el Producto Interno Bruto global aumentará un 400 por ciento, lo que significará una mayor demanda de ropa.
Sin embargo, esto podría ser también una oportunidad para mejorar. Un reporte informa que, si se abordaran los problemas ambientales y sociales creados por la industria textil, habría beneficios económicos globales de hasta 192 mil millones de dólares para el año 2030. El valor anual de la ropa desechada prematuramente es de más de 400 mil millones de dólares.
¿Qué podemos hacer?
¿Cómo es una industria de ropa más sostenible y cómo llegamos a ella? Estamos empezando a ver algunos signos tempranos de una transición en la industria. Los modelos de negocio enfocados en extender el ciclo de vida de la ropa, como Rent the Runway y Gwynnie Bee, son los inicios de una industria que busca promover la reutilización en lugar del consumo rápido e irresponsable. Al igual que Netflix reinventó los servicios tradicionales de alquiler de películas y Lyft fue disruptivo en el sector del transporte, estamos empezando a ver opciones para que los consumidores arrenden la ropa en lugar de comprarla y guardarla en sus armarios. Idealmente, una especie de “fin de la propiedad” de la ropa podría ser implementada, si se consideran los impactos de esta inmensa industria en los empleos, las comunidades y el medio ambiente.
Las opciones actualmente disponibles que van en contra de la moda rápida, son sólo el comienzo del cambio radical que el mundo requiere. Pronto, las cadenas dedicadas a la industria textil deberán encarar este inmenso problema y separar su crecimiento financiero del uso excesivo de los recursos mundiales.
Para satisfacer de manera innovadora la demanda de ropa del mañana, las empresas deberán hacer lo que nunca antes han hecho: diseñar, probar e invertir en modelos de negocios que reutilicen la ropa y maximicen su vida útil. Para las compañías de ropa, ha llegado la hora de ser disruptivos.
Fuente: www.ecoosfera.com