ÁRBOL DE NAVIDAD, ¿ARTIFICIAL O NATURAL?

Conciliar la decoración navideña y una actitud sostenible durante las fiestas es posible. La receta mágica es hacer gala de un gran sentido común. Para ayudarte en tu decisión te damos estos Pros y Contras de cada uno de ellos:

Por: Julio

ÁRBOL DE NAVIDAD NATURAL

Rama de pino natural

Lo más importante, si te decantas por esta opción, es asegurarte de que el árbol que adquieras no se extraiga de un bosque, sino de una plantación sostenible y respetuosa con el medio ambiente.

El abeto es árbol de Navidad por excelencia, pero es preferible optar por especies autóctonas que luego se puedan plantar en la zona.

Si tiene raíces, podría replantarse y, si se trata de una copa de abeto, podrá ser reciclado para convertirse en compost. Nunca lo tires a la basura o lo replantes en un bosque cercano, sin no estás seguro que es un árbol autóctono.

PROS:

Ambientador natural

El aroma fresco que despiden los árboles naturales es un factor crucial para ser elegido. Las personas sienten un “ambiente más navideño” si tienen un árbol natural.

Ayudan a reducir el Cambio Climático

Son 100% biodegradables, y ayudan a reducir el cambio climático. Mientras los árboles crecen hasta la altura ideal para su venta en los viveros,han pasado 2 o 3 años, eliminando en ese periodo el CO2 de la atmósfera, y seguirán haciéndolo después de Navidad, si aprovechamos los programas de determinados ayuntamientos que se encargan de replantarlos donde sea más necesario.

Abeto natural

CONTRAS:

El transporte

Son más difíciles de transportar que los artificiales y más frágiles. Además hay que tener especial cuidado a la hora de la compra: Adquirirlo siempre que sepas con certeza su procedencia, y asegurarse que tenga raíces abundantes para que dure durante las navidades.

Requieren mantenimiento

Al tener un ser vivo en casa, hay que tener en cuenta que requiere de más cuidados que los artificiales. Hay que regarlos, y no colocarlos cerca de fuentes de calor, y no usar luces que pudieran provocar que se caliente y se seque.

ÁRBOL DE NAVIDAD ARTIFICIAL

Árbol de Navidad Artificial

En cambio, si nos decantamos por uno artificial, es recomendable pensar primero si lo vamos a utilizar durante muchos años. Pero lo malo es que la mayoría de ellos no están eco-diseñados para durar largo tiempo.

PROS:

No se estropean

Árbol artificial

Actualmente, los árboles artificiales son muy realistas y consiguen un parecido increíble a los árboles naturales, y duran mucho más que uno natural.

El precio

Su precio suele ser inferior naturales, y supone una inversión a largo plazo, pues podrás utilizarlo durante varios años, si lo deseas.

CONTRAS:

No estás ayudando a la conservación de los árboles

A pesar de lo que la gente se cree, por comprar un árbol artificial no estás ayudando a evitar la tala de árboles naturales. Los árboles naturales utilizados para la navidad, en la mayoría de los casos, son abetos americanos de producción local plantados en viveros, por lo tanto no se talan de los bosques. Además ayudan generar empleo en la región, y son más sostenibles que los artificiales.

Su producción contamina el ambiente y no es reciclable

El 99% de la producción de arboles artificiales está realizado con plástico. El plástico es un material artificial proveniente del petróleo, que tarda cientos de años en descomponerse en la naturaleza. Es un material prácticamente indestructible, hasta 1.000 años según el tipo de plástico, lo que conlleva efectos catastróficos a nivel global.

La producción de este tipo de árboles, suelen estar fabricados en China, donde las normativas de sanidad relucen por su ausencia, utilizando para su fabricación, aparte de plástico, mercurio y otros metales y sustancias contaminantes. En cambio los naturales son 100% biodegradables y no dañan el medio ambiente.

NI NATURAL NI ARTIFICIAL

Árbol de Navidad de estilo nórdico construido a base de palos.

Por último existe una tercera opción que es hacer un árbol de Navidad nosotros mismos, aprovechando lo que se tenga por casa. Esto fomenta la creatividad y el reciclaje practicando el Do it yourself (Hágalo usted mismo).

No hay nada más atractivo que un árbol de Navidad realizado por nosotros mismos. Puedes utilizar esos cartones que tienes en casa o frutos del bosque secos, o esa cuerda del tendedero rota.  

Además de se una actividad creativa, es estupenda para hacer con los niños. Ellos se entretienen en el montaje y la decoración, y les hacemos partícipes del espíritu navideño familiar.

Árboles con cintas de cuerdas

PROS:

Sostenible 100%

Es el más sostenible de las tres opciones, además de reducir el impacto ambiental, estás fomentando el reciclaje, ayudando a generar menos basura, reutilizando materiales en desuso.

Fomentas la creatividad

Sólo requiere de imaginación. No hay nada más atractivo que un árbol de Navidad realizado por nosotros mismos.

CONTRAS:

Es la opción que requiere más de tiempo de las tres. Abstenerse personas que no se lo pasen bien decorando en casa.

Fuente: www.concienciaeco.com

¡Es hora de ser feliz!

Por: Ecoosfera

Es posible ser más feliz

El monje francés Matthieu Ricard ha sido llamado por los medios “el hombre más feliz de laTierra”, y podría haber algo de razón en ello. Ricard posee un doctorado en genética molecular, pero desde los años 70 vive en el Tíbet, y suele acompañar al Dalái Lama como intérprete en países de habla francesa.

En el 2004, Ricard participó junto a Davidson en una investigación para cuantificar los efectos de la meditación en el cerebro. Gracias a dicho estudio se determinó que Ricard produjo niveles de emoción positiva en el córtex prefrontal izquierdo a una intensidad que jamás había sido registrada en la literatura científica.

Sin embargo, para Ricard el secreto de la felicidad es algo muy sencillo: no buscar el amor egoísta, sino la práctica continua y activa de la compasión.

Es posible incrementar la empatía

La empatía ocurre cuando sincronizamos nuestro estado de ánimo con las emociones de otra persona. La Universidad de Stanford tiene todo un instituto de investigación dedicado a la empatía y el altruismo, en donde el neuroeconomista Brian Knutson analizó el cerebro de algunos monjes mediante un aparato de imagen por resonancia magnética para medir la respuesta del núcleo accumbens, parte del circuito de riesgo y recompensa del cerebro. Cuando experimentamos emociones placenteras, como tener relaciones sexuales o tener un golpe de suerte, nuestro cerebro secreta serotonina, un neurotransmisor que nos enseña a promover ciertas acciones en lugar de otras.

La investigación de Knutson mostró que “la visión del mundo del budismo puede ofrecer información potencialmente interesante sobre los circuitos de recompensa subcortical involucrados en la motivación”.

El cerebro no es una computadora, ni funciona exactamente como una. No obstante, los experimentos han mostrado que, hasta cierto punto, es posible programar el cerebro para producir la sensación de bienestar.

Cuando los monjes meditan sobre “amor incondicional, amabilidad y compasión” sus cerebros generan ondas gamma, las ondas cerebrales con oscilación de aproximadamente 40 ciclos por segundo, que son indicadoras de una altísima atención y difícilmente captables. A pesar de ello, las ondas gamma de monjes como Ricard son fácilmente captables incluso en un encefalograma.

Esto se traduce en que podemos enseñar a nuestro cerebro a secretar serotonina (es decir, a ser más feliz) simplemente al meditar y ejercitar la amabilidad y la compasión, lo cual reafirma la idea de que la meditación podría revertir o ayudar a paliar los efectos de la depresión y otros padecimientos psiquiátricos.

El diálogo entre la religión y la ciencia no tiene una historia muy amable. Sin embargo, el mutuo interés de los practicantes de budismo por dar a conocer al mundo los beneficios de su práctica, así como la curiosidad de los científicos por comprender y cuantificar dichos beneficios, han producido un intercambio luminoso que nos invita a un nuevo enfoque sobre la mente humana: un enfoque donde las emociones no sean descartadas, ni donde la razón tenga la última palabra.

Fuente: www.ecoosfera.com