EL ORO DE LA PESCA

El oro de la pesca

TEXTO E ILUSTRACIÓN Antonio Garcí

El pepino de mar es una babosa marina que los científicos han catalogado como holoturia. Es pariente de los erizos y estrellas de mar y se alimenta de los desperdicios marinos –es el servicio de limpia del océano. Se encuentra en aguas someras y profundas; en edad adulta llega a medir unos veinte centímetros y se parece a uno de esos pepinillos rugosos que se le ponen a las hamburguesas, pero a lo bestia.

Desde tiempos remotos, los chinos le atribuyen al pepino de mar poderes afrodisiacos para propiciar o potenciar las erecciones, es su Viagra, tanto por su función como por su elevadísimo precio. La pregunta obligada es: ¿realmente comer pepino de mar produce esos efectos? No hay ninguna evidencia, sin embargo los chinos no lo dudan, y así como se dice que “querer es poder”, en cuestión de erecciones “crecer es poder”, por lo que en el sentido más amplio, el pepino de mar es un alimento para comer con palitos chinos. La fe en el poder sexual de esta especie se debe a su forma fálica y a que cuando es amasado se esponja y endurece arrojando al final un chorro de agua. Esta alegoría directa con la eyaculación masculina le ha dado al pepino de mar su reputación afrodisiaca, y también lo ha convertido por siglos en el platillo principal del festival de la primavera de China, un festejo milenario relacionado con la fertilidad y la reproducción.

Con 1 500 millones de habitantes, hasta hace pocos años lo que menos quería el Gobierno chino era que sus ciudadanos tuvieran sexo, sin embargo, la prosperidad económica que vive hoy una buena parte de esta sociedad ha provocado que el sexo vuelva a ser una actividad fomentada por el Estado. En 2015 China abandonó su famosa política de un solo hijo y puso como máximo dos, además dio facilidades a los matrimonios que deseen tener otro hijo con un sistema de solicitud simplificada, que me imagino además llenan a la luz de las velas y con música romántica.

Paradójicamente, según un estudio de sexología de 2012, hecho por la Universidad de Oxford, en Inglaterra, sobre las relaciones sexuales entre matrimonios heterosexuales en el mundo, China y Japón fueron los países donde los casados tenían menos cópulas en el mundo, con promedio de sesenta y dos contactos sexuales al año, es decir, poco más de una vez a la semana, y aunque la frecuencia sea menor a otros países, el volumen los pone muy por encima de la media mundial. Sólo en 2014 se registraron en China trece millones de matrimonios, que al menos tienen que hacerlo de perdida una vez por semana… pues eso nos da: setecientas dos millones de copulas al año, esto nos ofrece una idea de la cantidad de pepino de mar que se necesita sólo para atender la demanda que se generó ese año en ese país. Los chinos tienen la razón, si lo hacen poco, por lo menos que cuando toque sea memorable, y el pepino de mar es el medio tradicional para lograrlo. Cuando China era pobre su necesidad no afectaba a esta especie, pues sólo unos cuantos podían comerlos, pero en esta era del “merezco la abundancia” y del calentamiento sexual global en la que vivimos, el pepino de mar está a punto de la extinción, ya ha desaparecido de las costas orientales y los chinos han tenido que salir por el mundo a fin de cubrir la demanda de este fabuloso mercado, lo cual que ha ocasionado que la tonelada de pepino de mar se cotice en unos 900 mil dólares, y esto es recién pescado; ya deshidratado y seco, en empaques de cincuenta o cien gramos, que es como se vende al consumidor final, su precio se eleva mucho más. (También se come en Japón, Corea, Singapur y Taiwan.)

El pepino de mar es el oro de la pesca en la actualidad y, como al oro, donde lo encuentran, lo sacan y lo sacan, hasta que ya no queda nada. En Campeche, abundaba esta especie, pero entre 2010 y 2014 fue completamente exterminada por la pesca voraz. El pepino de mar fue la manera fácil de obtener mucho dinero para los pescadores locales, pues se encontraba en todos lados y literalmente a la mano. Cuando se acabó el pepino “fácil” de la zona rivereña, fue necesario ir a buscarlo en lo profundo del mar, y con el delirante arrebato que generan las ganancias rápidas se metieron a bucear sin entrenamiento ni equipo, lo que provocó que varios pescadores murieran por no descomprimirse. Aun así, los pescadores campechanos lo sacaban como locos –y a lo loco– para venderlo a los barcos chinos que merodean el litoral de la península yucateca. Finalmente, tras dos años de pesca frenética, el pepino de mar se acabó en Campeche y esto ocasionó un gran problema, pues el ecosistema marino se alteró: sin los pepinos ya no había quién hiciera la limpieza. Esto afectó a varias especies, incluyendo algunas de las que suelen vivir los pescadores, así que, a la larga, una de las especies más afectadas por la extinción del pepino de mar resultó ser el pescador campechano.

El Gobierno mexicano reaccionó tardíamente (como siempre), y prohibió la pesca del pepino de mar con cárcel y multas, y con ese entusiasmo mexicano de penar que todo se resuelve con leyes. Pero ahora, cuando se da el remoto caso de que pesquen algún pepino de mar y, después, si se da el aún más remoto caso de que los capturen haciéndolo, los pescadores hacen protestas para sacar de la cárcel al compañero detenido, los políticos campechanos no aguantan la presión y, para sacar del bote al pescador que violó la ley, ellos terminan pagando la multa para liberarlo legalmente;  desde luego, no lo hacen con su dinero, sino con la lana de nuestros impuestos. ¿Y qué es lo que hace el pescador una vez que recupera su libertad? ¡Exacto! Se va a buscar más pepinos de mar.

La única solución a la crisis del pepino de mar es cultivarlo en granjas, pues así se mantiene el negocio sin extinguir a la especie. El Instituto Tecnológico de Lerma, Campeche, en colaboración con la empresa mexicana Acuacultura 2000, en un proyecto liderado por el Oceanógrafo Roberto Aguilera, han generado ya un paquete tecnológico para el cultivo de pepino de mar en México. Yo tuve la oportunidad de visitar sus laboratorios y vi los jóvenes pepinos de mar por miles, en una saludable, tranquila de feliz engorda, un estilo de vida muy campechano. Este será el remedio que salvará a la especie, volverá a limpiar el mar mexicano y de paso producirá riqueza y empleos para el país, el inconveniente es que estas granjas requerirán mucha seguridad, pues me comentan que cultivar pepino de mar es como tener una joyería. Como siempre, toda solución genera un nuevo problema.

Precios en dólares del kilo 
de diferentes alimentos acuáticos en 2016
Especie Precio
Tilapia 3
Camarón 12
Salmón 21
Langosta (sólo la cola) 45
Pepino de mar 900

Para mayores informes:
Montes Urales No. 425
Col. Lomas de Chapultepec México
Distrito Federal, C.P. 11000
Teléfono: (55) 30 99 3000

Fuente: www.revistacambio.com.mx/nacion/el-oro-de-la-pesca/

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