Inventos mexicanos que buscan ayudar al medio ambiente.

El medio ambiente se desmorona, la crisis ecológica por la que atraviesa el planeta es innegable: los polos se derriten, miles de hectáreas de bosques y selvas son aniquiladas al año, la basura es tanta que se desborda por los cerros y las megalópolis grises se declaran en contingencia ambiental.

Hay pocos gobiernos que están dispuestos a sacrificar cantidad por calidad y protegen, ocultan e incluso fomentan la producción masiva que invariablemente es contaminante. Este tipo de empresas cumplen con la misión esencial de satisfacer la demanda de la población, sin importar las consecuencias ambientales que tenga. Ya no hay cabida para las prácticas artesanales.

Frente a estas prácticas desinteresadas, en México hay dos hombres que dedican sus labores a generar productos sustentables y no contaminantes. Con la ciencia como aliada, estos creativos ambientalistas cuestionan las formas de producción industrial.

AGUACATE Y BIOPLÁSTICOS

Del aguacate no sólo se hace guacamole: su semilla puede generar un polímero biodegradable que podría igualar los costos productivos de los plásticos convencionales hechos a base de petróleo. Esa es la idea verde que tuvo Scott Munguía, el ingeniero químico y fundador de la empresa de bioplásticos Biofase.

Algunos de los científicos que han estudiado la producción de este tipo de polímeros biodegradables experimentaban con el maíz. Tal como lo planteó Alma Verónica García Quiñonez de la Escuela Especializada en Ingeniería (ITCA-FEPADE) en El Salvador, es posible obtener bioplástico a partir de almidón de maíz. Todo esto después de someterlo a experimentación y pruebas fisicoquímicas que comprobaron su resistencia (que resultó ser similar a la del plástico) y sus niveles de biodegradabilidad.

¿Por qué apostar por el aguacate? 

De acuerdo con la revista “Tecnología del Plástico”, la industria aguacatera mexicana, que sólo emplea la pulpa para generar productos comestibles y aceites, deshecha 30 mil toneladas mensuales de huesos que pueden ser aprovechados para transformarlos en resinas de bioplástico. 

Las ventajas de comenzar a producir este tipo de materiales son muchas: su degradación genera compuestos que no afectan al medio ambiente como el agua y el humus.  Y aunque originalmente Munguía experimentaba con maíz, descubrió que la semilla del aguacate también contenía una molécula que podía transformarse químicamente en resina bioplástica.

¿Por qué funciona?

En promedio, estas resinas son 40 por ciento más caras que las resinas petroquímicas, pero ya que se ahorrarán costos de ingresos para producción por la gran cantidad de desechos, éstas alcanzarán un precio similar a las de petróleo, lo que puede significar un avance en la industria de bioplásticos mexicana, encaminada a sumar esfuerzos para la protección ambiental.
Scott afirma que su resina es diferente a otras porque no implica cambios en el proceso de producción y tampoco necesita de maquinaria adicional.

 Ecoblocks

Ecoblock Terranova es un proyecto independiente  lanzado en Saltillo, Coahuila y a cargo de Iván Vigil Zuñiga que ofrece nuevas opciones productivas basadas en la construcción con tierra. La meta principal es emplear recursos naturales para hacer construcciones más limpias que protejan el medio ambiente.

¿Cómo se producen? 

Los bloques están hechos a base de arena, cemento y baba de nopal. Son económicos y fáciles de usar, como los bloques tradicionales conformados por otros materiales. En el portal “Vanguardia”, Iván explica que se basó en un adobe tecnificado, estudiado para obtener piezas de las mismas dimensiones y calidad, además de cumplir con las normas de la construcción mexicana.

¿Cuáles son los beneficios?

El ladrillo ecológico se produce manualmente y mediante máquinas se logra comprimir la tierra el nopal y el cemento. Después se cura al sol para que en aproximadamente 20 días se obtenga la dureza suficiente. Se producen entre 200 y 300 piezas diariamente.

Se necesitaron dos años de investigación antes de empezar la producción para obtener la calidad deseada y el precio final no supera los nueve pesos.  Este proyecto es ambicioso, pues otro de sus grandes objetivos es promover la cultura y crear una nueva fuente de empleos en la ciudad.

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